Nuevos valores en Casa de Teatro

Nuevos valores en Casa de Teatro

MARIANNE DE TOLENTINO
Empezaremos con una cita de un crítico famoso, que nos parece fundamental: “La práctica pictórica nunca ha estado tan vivaz. (…) Representa una manera de pensar visualmente y de comunicar ese pensar visual del cual la colectividad no puede prescindir. ¿Debería uno descartar el pensamiento escrito simplemente porque coexisten eficaces medios de expresión muy atractivos como el cine y la televisión? El pensamiento escrito persiste a pesar de la computadora”.

Proponemos esa referencia porque, con una frecuencia creciente, incluso en nuestro medio, se tiende a relegar la pintura y a oponerle otras categorías como la instalación y el video. Sucede ese fenómeno en las Bienales, pluralizadas en los medios de expresión visual, que, por el tratamiento dado a la pintura, casi la “acomplejan”… otorgándole los mismos galardones que a otras categorías, muy minoritarias. Indirectamente, se desestimula a los pintores, que se sienten marginados, presionados, sino confundidos en su vocación primera, la pintura.

 Surgen nuevos valores Concurso de Pintura Joven en Casa de Teatro

Las obras admitidas y las premiadas enseñan que la joven pintura respeta el oficio y se inscribe en la modernidad dominicana: nueva figuración, expresionismo figurativo –dominante- o abstracto, combinación de abstracción y figuración en una misma obra.

Nos alegramos pues infinitamente que haya todavía concursos de pintura, y de Pintura solamente, como el que celebra Casa de Teatro anualmente. La participación, con 178 obras, demuestra el buen fundamento de esta exclusividad.

Por otra parte, el concepto de pintura ha evolucionado, y hoy en día se admiten como parte de la expresión pictórica el collage, el ensamblaje, las técnicas mixtas de todas clases, hasta los relieves de la esculto-pintura. Lo que debe permanecer es la existencia de un soporte plano, el lenguaje del color y el predominio de la bidimensionalidad, aunque se integren a la superficie objetos y elementos emergentes en el espacio.

Esta diversificación la observamos en el Concurso de Casa de Teatro, a pesar de que la gran mayoría de los concursantes siguen adscritos a una estricta pintura-pintura, o una formulación pictórica, animada por texturas, papel o tela encolada, inserción de escritura, introducción de dibujos o de estampación gráfica. Un enriquecimiento y variabilidad matérica, no solamente completamente admitido, sino requerido por ciertos concursos internacionales de “pintura  extendida”.

El éxito del Concurso, en términos de participación, constituye pues un testimonio de la vigencia de la pintura y de la necesidad de certamenes que,  al igual que el de Helvetas –Casa de Arte en Santiago–, ofrecen premios de monto modesto –sin olvidar el incentivo metálico importantísimo de las menciones–. Estos son considerados más accesibles y probables, para los artistas emergentes, que las sumas extraordinarias de nuestras dos grandes Bienales.

Anteriormente, este Concurso se destinaba a los que no pasaban de la treintena, pero hay dos o tres concursantes que casi duplican ese umbral cronológico ¿Se eliminaría el limite de edad, a pesar de que la inmensa mayoría de los participantes son muy jóvenes? Así mismo, se sustituyó el carácter nacional del concurso por una apertura internacional, extensión que no ha resultado ahora, a diferencia del Concurso de Literatura. Las ediciones futuras fijarán sus opciones al respecto.

Rasgos sobresalientes

Las obras admitidas y las premiadas enseñan que la joven pintura respeta el oficio y se inscribe en la modernidad dominicana: nueva figuración, expresionismo figurativo –dominante– o abstracto, combinación de abstracción y figuración en una misma obra. La impronta voluntaria del dibujo generalmente se une al impacto cromático, siendo el negro un color brillante –según lo quería Matisse–. El lirismo a menudo se manifiesta, la emoción siempre.

Si definimos el arte contemporáneo como una vanguardia perpétua, todas las obras seleccionadas, sin ser complacientes, evitan las estridencias y la provocación: son pintores, casi siempre ajenos al arte de ruptura. Encontramos influencias –bienvenidas cuando no se exceden–, como las de Jean-Michel Basquiat, Paul Giudicelli, Raúl Recio, Fernando Varela, Tony Capellán Philip Pearlstein, pero las obras supieron conservar creatividad y un sello propio.

Ahora bien, agrada, sobremanera, la reflexión sobre la sociedad y los problemas –individuales o colectivos– que sugieren y transmiten estas pinturas. Hay muchas clases de compromisos, y tampoco podemos exigir un arte militante. Sin embargo, recordando las obras maestras dominicanas de los 60, notamos que la generación del 2000 se hace eco de los dramas y las preocupaciones, sin caer en el sectarismo ni el panfleto.

Algunos de los temas abordados son la violencia y el miedo, los abusos y la violación, la cuestión haitiana, el acoso, la pobreza y el hambre, el tránsito urbano, el envejecimiento. Hasta se llega a la defensa de la pintura y de las bellas artes. Es definitivamente una pintura solidaria y con riqueza conceptual, enmarcada ideológicamente en la actualidad, dominicana y universal.

Premios y menciones

En el 2005, tres de los ganadores también se distinguieron en el Concurso Nacional de Arte Joven Helvetas, lo que les fortalece en su talento y profesionalidad. Notamos igualmente que Santiago, por el origen de los artistas, ocupa un lugar destacado, conforme a una tradición histórica.

Eridelvis López, Primer Premio, es el autor de una obra contundente, excelentemente compuesta, donde la abstracción y su nubarrón oscuro –¿de la contaminación?–, iluminado de rojo, cohabitan positivamente con pequeños dibujos infantiles. El mensaje, respecto al tránsito dominicano, pasa dramáticamente.

Osiris Blanco, Segundo Premio, se confirma como un pintor, ya dueño de oficio seguro y sutil, y buen manejo del espacio. Su factura difuminada logra la vibración de una paleta austera y luminosa a la vez. Comunica poesía e intensa sensibilidad al personaje, una descendiente (en el espíritu) de las heroínas de Degas.

Cristóbal Rodríguez, Tercer Premio, realiza una obra muy elaborada, densa, en lo formal y lo expresivo, excepcionalmente rica en elementos visuales. Se debe leer cada uno de sus retratos trágicos, señalados y anónimos, de menores abusados. Una pintura, de gran seriedad, con investigación y fuerza plástica…

En el renglón de Menciones, María Román, artista polivalente y de potencial ya comprobado, se refiere al problema haitiano, un tema que ella sabe tratar con profundidad y compasión. La combinación del negro y el grafismo, en el mapa, culmina en una expresión decidida y comunicativa

Susan Mezquita trabaja superficie y espacio en polípticos, alternando el gesto y la firmeza pictórica, con mucha limpieza y dominio anatómico. Transmite todo el dolor de la soledad y el desamparo al desnudo.

Watson Pablov, un discípulo de Jean-Michel Basquiat, defiende ardorosamente la pintura, en colores e ideas. Inteligente e inmerso en la actualidad del “cómics” y de la “bad painting”, manifiesta su entusiasmo por los signos, los “accidentes” pictóricos provocados, la libertad en la concepción y la ejecución.

La selección ha sido severa, unas veinte obras en total, lo que explica el nivel de la exposición. Cada uno de los artistas presentados, sean titulares de premios, menciones o simplemente seleccionados, merece un voto de confianza y la esperanza de que pueda seguir adelante con la misma valentía pictórica.

La pintura dominicana joven tiene salud y brío. Gracias a Freddy Ginebra, a Casa de Teatro y a sus mecenas.

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