Rodeados de imponentes montañas y densa vegetación; intenso frío; la neblina propia de esta época en las altas cordilleras; más de mi personas; una abrumadora mayoría de jóvenes que no pasaban los veinticinco años; desde las tres de la tarde, un tropel de vehículos, que al correr de una o dos horas desbordó los espacios asignados; venían de todo el país; de la lejana Barahona y San Juan, de Monte Cristy, Bayaguana, Santiago Rodríguez, Mao, Puerto Plata, Salcedo, Navarrete, Tamboril, Villa González, San Francisco de Macorís, Bonao, Santiago, Moca, San Pedro,…. en fin, de todo el país.

Cada núcleo desplegaba su casa de campaña y la identificación de su procedencia; deslumbrados por el entorno y explorando el límpido río Inoa, que rodeaba lo que finalmente se denominó «El Campamento». Emoción en el encuentro y reencuentro, y en la diversidad de la procedencia de los núcleos de jóvenes presentes. Canciones, chistes, anécdotas, confraternidad. ¡Se fue creando un ambiente de expectación y de sobrecogimiento. El singular lugar y el hecho de que nos encontrábamos para conmemorar el 40 aniversario de la caída de Manolo y sus compañeros, se adueñó de todos y todas.

El sitio había sido «chapeado», «limpiado» y «señalizado» semanas antes, por cuatro decenas de hombres, procedentes de la Federación Campesina de Bonao, activistas de Santiago, Navarrete y Licey y por dos decenas de soldados, dirigidos por un Comandante, Coronel Abreu Olivo, Ejército Nacional.

La Secretaría de las Fuerzas Armadas había decidido colaborar en lo que fuera necesario para la mejor realización del acto, y ahí estaba el Coronel Abreu Olivo, cumpliendo, en forma entusiasta, con esa decisión «superior». Asimismo, el General Héctor Pérez Ureña y el Coronel Guerrero Clase asistieron en representación de la Secretaría de las Fuerzas Armadas, que fueron formalmente invitadas al acto.

La imagen en pantalla gigante, y la voz, de Manolo, en el Parque Independencia, el 14 de junio de 1962, abrió la noche y atrapó la atención del público. Luego, Manuel Jiménez con «Entre Junio y Noviembre vino Abril». Fidelio explicó el proceso y el carácter participativo y descentralizado del esfuerzo, y dijo el discurso central, destacando el gran acierto político de Manolo y su generación de levantar la «Constitución de 1963» y la «Constitucionalidad sin Elecciones», como camino. Destacando también, que en la madrugada del 26 de septiembre, otro joven, esta vez militar, el coronel Rafael Fernández Domínguez, había levantado esa misma bandera y jurado fidelidad a los mismos ideales.

Esos dos aciertos políticos, enfatizó Fidelio, fueron señalando un horizonte común para el pueblo, que luchaba por sus reivindicaciones y resistía en forma creciente al gobierno de facto, y a los militares constitucionalistas, que desde los cuarteles preparaban el derrocamiento del Triunvirato.

Los nietos de Manolo y Minerva: Manuel Aurelio y Camila Rodríguez Tavárez, recitaron, a viva voz, el poema de René del Risco dedicado a Manolo. Imágenes de Aniana, Piky Lora y Enma Tavárez en el sitio donde cayeron Manolo y sus compañeros, enfatizando la presencia de Manolo en la Guerra de Abril. Imágenes de Luis Gómez hablando sobre la personalidad y cualidades de Manolo y Minerva. Testimonios, en vivo, de Marcelo Bermúdez, Rafael Reyes (Pitifia), Tatan Jiménez (que junto a Monchy Valerio, fueron los dos más jóvenes en las guerrillas de 1963).

Distintas participaciones en vivo de Manuel Jiménez, José Antonio Rodríguez y Roldán. Y al final, cuando ya a los presentes no le cabía un ápice de emoción, el profesor Luis Frías Sandoval, antiguo director del coro nacional y del coro de la UASD, y compañero de estudio de Manolo, le hace entrega, a una comisión de «catorcistas», después de emotivas palabras, de la partitura original del himno del 14 de junio, de la cual fue artífice y que consideró, a sus 80 y pico de años, que aquella era la mejor ocasión.

Aquel día de inmensas emociones, culminó con el canto del himno del 14 de junio en vivo, en las voces de Roldán, Manuel Jiménez y José Antonio Rodríguez, acompañados por todo el público, y dirigidos por el maestro, Frías Sandoval.

¡No cabía más emoción! Pero el público, constituido en un 85% por jóvenes, no pudo conciliar el sueño, y sólo la interrupción de la música y la luz, nos sumió de nuevo en aquel ambiente sobrecogedor de montañas, frío intenso y de grandes remembranzas.

A las cinco de la madrugada, el «campamento» se convirtió en un hervidero de gentes. Muchos se atrevieron a bañarse en las aguas heladas del río Inoa. El grueso ingirió café, jengibre y alimentos, como preparación para la jornada que teníamos por delante.

Una hora de caminata, y en la tumba del Guajiro hablaron uno de sus compañeros de guerrilla y un campesino de la Federación Campesina de Bonao. Un ciudadano de San José de las Matas leyó un poema. Inmediatamente iniciamos una agotadora subida hacia el sitio donde Manolo y sus compañeros fueron fusilados, 40 años atrás.

¡Casi mil personas caminando por un angosto camino, «rumbo al cielo».

Frente al monumento, rodeados de montañas y densa vegetación, la multitud que asistió, dijo presente ante la mención de todos y cada uno de los combatientes caídos en las seis frentes guerrilleros de 1963. Quisqueya Lora (hija del gran Silvano Lora), a nombre de todos y todas las jóvenes, improvisó unas emotivas palabras, enfatizando en que «teníamos que dejar de ser parte de la generación de la nostalgia», asumiendo el compromiso que la vida nos plantea. Y para finalizar, Iván Rodríguez, combatiente del Frente Mauricio Báez, en la coordillera septentrional, improvisó unas emotivas palabras.

¡Es difícil transmitir los sentimientos que embargaron a los centenares de participantes! ¡Difícil también decidir ¿cómo continuar?! ¡Es claro que Manolo y su generación pertenecen al futuro de la Nación! ¡Nunca a la partidocracia y a las mentes atrapadas dentro del Modelo y los sectores sociales que han hundido a la Nación! ¡Tampoco quienes quieren hacer de ellos símbolos del pasado!

Pero: ¿cómo continuar sembrando a Manolo y su generación en el corazón de los jóvenes?