Náufraga arrepentida viaje yola a PR

<p>Náufraga arrepentida viaje yola a PR</p>

POR  ELIAS RUIZ MATUK
LA ROMANA.-  “Pido perdón a Dios y a la humanidad y prometo no volver a cometer esta locura de irme en yola. Vale la pena mejor pasar trabajo aquí en mi país”, exclamó María Peralta, de 34 años, quien sobrevivió al naufragio de una embarcación el pasado sábado, en la que pretendían llegar a la vecina isla de Puerto Rico.

Peralta es una de las cuatro mujeres  y los 19 hombres sobrevivientes al naufragio, donde una de sus compañeras murió ahogada, cuando la embarcación en que viajaba zozobró a 10 millas al Sureste de la isla Saona.

En la embarcación, que previamente fue robada para realizar el viaje, también viajaban Juana Hernández, con seis meses de gestación,  Marilyn Paulino y Rosa Garrido, quienes vieron cómo su compañera, Melly Mejía, se ahogaba.

Hernández, la mujer embarazada, mientras dejaba rodar dos lágrimas, explicó que cometió la osadía de irse en yola a pesar sus seis meses de embarazo, con el único fin de buscar una mejor vida.

De su lado, Peralta manifestó su frustración por la terrible experiencia de quedar a la deriva por espacio de tres días, en una yola volteada, mientras cada minuto que pasaba parecía una eternidad, sin que se vislumbrara una esperanza de vida.

Contó que hasta el sábado, su experiencia más terrible fue ver cuando su compañera no pudo sobrevivir y tuvieron que retener el cadáver para que no se perdiera entre las inmensas aguas del Mar Caribe, atándolo a la embarcación, donde todos permanecieron enganchados para mantenerse a flote.

“Fue horrible ver cómo ella se quedó debajo de la yola y no pudimos salvarla”, corroboró Garrido, quien estuvo casada con un hermano de Mejía, cuyos dos niños ahora quedaron sin madre.  

Garrido dijo que jamás repetirá la acción y que  prefiere comer “arroz blanco” y no volver a correr los riesgos sufrimientos que la tuvieron al borde de la muerte.

Fernando Moreno, otro de los sobrevivientes, explicó a este reportero que el viaje fue  planificado para salir de las playas de Cumayasa en horas de la madrugada del viernes.

Las autoridades de la Marina de Guerra dijeron que la embarcación, Bélgica I, había sido robada por los organizadores del viaje en la marina de Altos de Chavón.

En efecto, a cuatro horas de haber salido de la costa de Cumayasa, la yola comenzó a “coger agua”  y los  capitanes de la embarcación, al darse cuenta de lo que estaba sucediendo, fueron los primeros en abandonarla y dejar a los viajeros indefensos y sin saber qué hacer.

La yola no pudo mantenerse a flote porque el agua le entraba y en la medida en que se hundía  las altas olas la voltearon.

Contaron que todos se agarraron en la orilla y subieron a las mujeres encima de la embarcación, alrededor de la cual colocaron galones vacíos  para ayudarla a mantenerse a flote.

Moreno contó que durante los tres días y dos noches que permanecieron a la deriva, su lucha era por sobrevivir y que dos de los celulares con que contaban grupo, a un día de estar al garete, les sirvieron para comunicarse con uno de sus familiares y con  el número de emergencias,  911.

Tras los familiares dar parte a la Marina de Guerra, un avión C.-130 Hércules, de la guardia costera de los Unidos, logró avistarlos el sábado, pero en la noche, cuando la Marina de Guerra envió su guardacostas repotencializado un GC-108 Capella, no los encontró, por lo que tuvieron que volver en la mañana, cuando lograron hacer contactos con éstos y rescatarlos.

Varios de los sobrevivientes presentan alteraciones en la piel causadas por el sol y los golpes que recibían de las olas que los maltrataba con la misma yola que le servía de salvavidas.

En la operación de rescate, además de los miembros de la guardia costera de Puerto Rico, actuaron miembros de la Defensa Civil, la Marina de Guerra y Eddy Quiñones, un empresario turístico de la isla Saona, quien prestó sus embarcaciones y suministró combustible para el rescate de los náufragos.

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