Números para un Estado ordenado

Números para un Estado ordenado

El orden en materia de Estado comienza por la debida identificación y documentación de todos los  ciudadanos en el territorio, incluyendo su clasificación por nacionalidades. En el caso particular del ciudadano nativo, sus registros deben tener la mayor consistencia posible, para que se puedan hacer valer los derechos en cualquier circunstancia y lugar.

Por estas razones consideramos de gran trascendencia para del debido ordenamiento del Estado, el hecho de que la Junta Central Electoral y la Secretaría de Educación hayan puesto en ejecución, en principio con los estudiantes del sector público, el programa que dotará  a cada ciudadano  dominicano, incluidos los menores de edad, de un número que será su código de identificación de por vida.

Uno de los problemas más graves de exclusión que hemos tenido es el de la mucha gente que carece de actas de nacimiento y documentos que los identifiquen como ciudadanos de pleno derecho. Esa exclusión, aparte de que es una terrible injusticia social, ha motorizado delitos como la usurpación de identidad, obtención de falsas actas de nacimiento falsificadas y otras actividades reñidas con la ley y con el ordenamiento y organización del Estado. La codificación numérica de cada ciudadano desde la minoría de edad es un gran paso hacia la erradicación de esas inequidades tan absurdas en el mundo moderno.

¿Tumor maligno inextirpable?
La construcción del Barrio Chino y el rescate  del Parque Enriquillo son dos obras que dan esplendor a una parte de Villa Francisca, en el casco metropolitano. Por medio de estas obras han sido resueltos los problemas de dos puntos neurálgicos del caos que generalmente ha predominado en esta zona de la ciudad. El Parque Enriquillo se había convertido en una especie de quiste maligno en el que interactuaban elementos patógenos sociales que ponían en riesgo la seguridad física y económica de los transeúntes que osaran ingresar ahí.

Pero las autoridades  han preferido olvidar el mercado que se extiende por la  París y sus cruces con Jacinto de la Concha, Duarte, José Martí, Juana Saltitopa y Doctor Betances. Allí, mientras unos honrados trabajan en lo que pueden,  otros “se la buscan” recurriendo a las peores artes. Parecería que esta zona es  un tumor que el cirujano municipal prefiere no tocar. Pruritos y costos políticos están de por medio.

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