Nunca es tarde para enmendar

<STRONG>Nunca es tarde para enmendar</STRONG>

Si el contrato que ampara a la Barrick Gold   para la extracción de oro y  más metales es demostradamente  lesivo al interés nacional, procede renegociarlo; lo que no debe ser visto como mera   pretensión de restar a la firma  beneficios que justamente le correspondan.

Una  revisión  responsable establecería los límites de cada parte. La meta sería  procurar una justa  participación en utilidades para el  verdadero dueño de tal riqueza que es el Estado. El territorio nacional es intransferible. La Barrick Gold es dueña de tecnologías y de una  valiosa  infraestructura. 

Su papel es de primer orden para obtener   metales que el mercado paga bien. Pero el país debe recibir una proporción significativa y a tiempo, de los frutos. La sociedad está alerta contra lo pírrico. Y con la sensación de que sus intereses no estuvieron adecuadamente defendidos para la concesión.

Se ha puesto en evidencia a una parte de los causantes  de que la sociedad  sienta  hoy   que sus derechos a participar de las ganancias de  Pueblo Viejo estarían muy  disminuidos. Legisladores del anterior período y el actual  que aprobaron la modificación considerada  perjudicial ahora, se dan golpes de pecho “arrepentidos”.

Eso de aprobar  de forma complaciente ha estado al uso todo el tiempo. Bien ha hecho el Gobierno al declarar, con interés de  revertir la situación,  que respeta la seguridad jurídica  pero que no se apartará de lo fundamental que es defender el patrimonio nacional.

Unos peces escurridizos

Entre las informaciones que más repetidamente llegan a los medios nacionales  están las que dan cuenta de apresamientos  de vendedores de drogas del menudeo en diversos lugares y en cada vez más  ciudades y poblados. La distribución al detalle de estupefacientes es una hiedra maldita que ha llenado  de “puntos” a barrios populares y a algunos de niveles más altos.  Se dan casos alarmantes de fuerte distribución de  porciones de droga en vecindarios castigados por sangrientas pugnas entre pandilleros de ese comercio al detalle de  sustancias prohibidas.

Celebramos que se golpee  a  micronegocios pero lamentamos la  escasez de acciones  contundentes sobre   mayoristas  cuya existencia se delata aunque nadie dé con ellos, pues el suministro barrial no cesa. Tras las barridas sobre mercaderes de la escala menor, en las calles surgen otros subalternos del crimen organizado, poderoso, elusivo, invisible.

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