Nunca más

Nunca más

DANILO CRUZ PICHARDO
Los dominicanos que participaron en la Guerra de Abril de 1965, abogando por el retorno a la constitucionalidad y que enfrentaron a las tropas interventoras norteamericanas, son verdaderos patriotas. Entre esos patriotas hubo muchos dirigentes del Partido Revolucionario Dominicano, unos desaparecidos y otros que aún viven, que dejaron un legado de dignidad a sus descendientes y a las nuevas generaciones en sentido general.

Valió la pena también que el Partido Revolucionario Dominicano haya llevado la voz cantante en la lucha contra el terror político del gobierno de doce años de Joaquín Balaguer, en el cual se violaron los derechos humanos y se irrespetaron las libertades ciudadanas.

Es con la llegada del PRD al poder político, en el año de 1978, cuando en República Dominicana se inicia una verdadera democracia, por lo menos en término político, por lo que desde ese punto de vista no se puede escribir la historia reciente del país sin mencionar los grandes aportes del partido blanco y su indiscutible y carismático líder, el doctor José Francisco Peña Gómez.

Es una pena, sin embargo, que una entidad política de una historia tan hermosa, como el PRD, sea tomada de instrumento para ascender al poder en el año 2000, después de 14 años de oposición, para hacer un gobierno que niegue totalmente las razones filosóficas que le dieron origen. El presidente Hipólito Mejía y su famoso grupo, el PPH, se encargaron de empañar la hoja de servicio ofrecida por esa organización política a la sociedad dominicana.

¿Quién iba a pensar que en un gobierno del PRD, como el de Hipólito Mejía, se producirían tantos escándalos de corrupción administrativa, evasión de pago de aranceles, según Miguel Cocco, por más de 100 mil millones de pesos, la deuda externa se haya multiplicado en sólo cuatro años, se apoye que los vehículos robados y recuperados por la policía sean retenidos por esa institución, se haya incrementado el desempleo y la pobreza y las tasas de cambio y de inflación hayan registrado niveles sin precedentes?

Se trata de una especie de ciclón batatero lo que pasó por el país durante el período 2000-2004. Y por más que se aclara que esa es una obra del PPH mucha gente sigue hablando del PRD y hasta con cierta razón, porque fue ese partido que llevó a Hipólito Mejía al poder. De manera que el daño sufrido por la sigla es innegable.

La suerte que la gente reconoce que en el PRD no todo está perdido y que todavía hay muchas personas decentes y a las que no se les puede señalar, porque su integridad moral está fuera de discusión. Diría que es un fenómeno propio de las demás organizaciones políticas y de la sociedad dominicana en sentido general. Donde quiera hay gente buena y gente mala.

Lo que procede en cada caso es hacer la cirugía correspondiente, porque no se puede pagar justos por pecadores. Y en el caso del PRD, aquellos que no tienen que ver con los desaciertos del pasado gobierno, bien harían en defender sus honras y jamás permitir que se les meta en el mismo saco.

Ahí descansa la delicadeza de una eventual unidad del PRD, porque sería juntar a los que se hartaron de poder, en el gobierno pasado, con aquellos que son inocentes de responsabilidad respecto a las irregularidades cometidas en esa gestión. Desde mi punto de vista, puedo estar equivocado, esa unidad sencillamente es impracticable.

Naturalmente, hay que admitir las buenas intenciones de personalidades que a lo interno del partido vienen abogando por la unidad perredeísta. Entre esas personalidades se hallan legisladores ejemplares, que han representado dignamente a sus respectivas demarcaciones geográficas y merecen ser ratificados en sus posiciones, por lo que sería aconsejable procurar algún tipo de alianza para las elecciones de medio término del año 2006.

La mayoría de los senadores y diputados del PRD carecen de cuota de responsabilidad sobre las cosas malas que se hicieron en el pasado gobierno del presente Mejía, aunque, naturalmente, hay excepciones y se sabe de congresistas que fueron verdaderos artífices del proyecto de reforma constitucional que hizo posible una nueva postulación presidencial del antiguo mandatario.

La unidad, pienso yo, podría producirse en torno a candidatos congresuales y municipales que se hayan caracterizado por la decencia. Con el PPH es que no se puede, porque es una suma que resta, practicar ningún tipo de alianza. Se trata de un grupo sumido en el descrédito absoluto.

Y además los jerarcas principales del PPH, en este proceso post electoral, han pretendido jugar un papel protagónico y de mucha soberbia, cuando las circunstancias aconsejan mantener el bajo perfil. A la mayoría se le ve en los programas de panel de la televisión y ocupando los espacios de los diarios, a pesar de que se trata de gente a la que nadie le cree.

Como el PPH no goza de crédito público y tiene las mismas caras de siempre no vale la pena, entonces, abrir la más mínima brecha de alianza con ese grupo. El terreno perdido el PRD tiene que recobrarlo con personas sin militancia política, con los jóvenes, los profesionales independientes, comerciantes y empresarios, trabajadores y campesinos, obreras de zonas francas y demás personas del pueblo. Pero nunca más con el PPH.

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