Obama ante la ONU en un contexto de dudas sobre la influencia de EEUU

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WASHINGTON. AFP. Barack Obama se presenta ante la ONU en un contexto de dudas sobre la influencia de Estados Unidos, tras idas y vueltas sobre el caso sirio que beneficiaron a Rusia, protestas de potencias emergentes por espionaje y críticas por su política errante en Medio Oriente.  

Cuatro años después de su primer discurso ante un foro mundial que le había brindado una cálida bienvenida, Obama deberá hacer frente el martes ante la Asamblea General a un «público más difícil», alertó Karl Inderfurth, exintegrante de la delegación estadounidense ante la ONU.

«La mala gestión de nuestra política en Medio Oriente, particularmente en Siria, el escepticismo sobre las negociaciones entre Israel y los palestinos, las interrogantes acerca de en qué se convirtió la ‘primavera árabe'» estarán sobre la mesa en Nueva York, estima este miembro del grupo de reflexión CSIS.  

En dos semanas Obama cambió dos veces de parecer en relación a Siria.

 Primero desplegó buques de guerra dotados de misiles para castigar al régimen de Bashar al Asad por haber usado, según afirmó Washington, armamento químico. Luego, el presidente pidió la aprobación del Congreso antes de llevar a cabo una intervención militar.  

Y diez días más tarde dio una oportunidad a la diplomacia aprobando una iniciativa de Moscú, con lo que transformó al presidente sirio en interlocutor y generó un espacio para que su par ruso Vladimir Putin se sintiera habilitado a dar lecciones.  

A ello debe agregarse la actitud de Obama cuando fue derrocado, en julio pasado, el presidente egipcio Mohamed Mursi, un político surgido de filas islamistas que había sido democráticamente electo un año antes.  

Estados Unidos criticó entonces la «sangrienta represión» llevada a cabo por el Ejército, pero se negó a hablar de «golpe de Estado, ni suspendió la ayuda militar al nuevo gobierno.  

«Los actos, las decisiones de estas últimas semanas provocaron gran preocupación en numerosas capitales de Medio Oriente acerca de la firmeza de Estados Unidos», observa M. Inderfurth. 

Para Aaron Miller, los cuestionamientos no se limitan al mundo árabe-musulmán. «Nuestra estrategia sobre los drones, el mantenimiento de la cárcel de Guantánamo y el caso Snowden han llevado a que el mundo perciba a Obama de manera diferente a lo que se esperaba» de él en 2009, cuando apareció como «el anti George W. Bush», dice este experto del Centro Wilson de Washington.  

Las revelaciones del exanalista de la Agencia Nacional de Seguridad (NSA) Edward Snowden sobre las operaciones de vigilancia electrónica de Estados Unidos han tenido numerosas repercusiones diplomáticas.  

La presidente de Brasil, Dilma Rousseff, suspendió hace pocos días la visita de Estado que programaba realizar a Washington a fines de octubre tras la publicación de informaciones que dan cuenta del espionaje a que fueron sometidas sus comunicaciones personales.

«Son raros los casos de personas que rechazan una invitación de la Casa Blanca», comenta Inderfurth. El presidente mexicano Enrique Peña Nieto, con quien Obama busca un acercamiento por motivos comerciales, al igual que con Rousseff, también dejó entrever su malestar por el espionaje estadounidense.  

Además Obama fue interrogado sobre las actividades de la NSA durante sus recientes viajes a Europa. 

 Y sin embargo…  

Miller pronostica que, a pesar de estos reveses, la Asamblea General de la ONU será «probablemente bastante productiva» para el presidente estadounidense.  

Obama sigue siendo visto como «alguien que, a diferencia de su predecesor, desea escuchar y establecer asociaciones, en vez de hablar y actuar de manera unilateral».

Los pasos dados por el nuevo presidente iraní, Hasan Rohani, hacia una nueva relación con Occidente permiten presagiar el relanzamiento del diálogo con la república islámica, mientras que el plan ruso para Siria, a pesar de las dudas acerca de la sinceridad del régimen de Asad, «podría ser funcional a los intereses estadounidenses», destaca este experto.  

Si así fuera, Obama sería paradójicamente rescatado de un embrollo por Moscú.  

«El veredicto final (sobre Siria) dependerá de que en la ONU tenga lugar un proceso digno de confianza», observa por su parte Jan Techau, director para Europa del Centro Carnegie.  

En cuanto a los enojos de Brasilia, México y Berlín sobre la NSA, están «fundamentalmente dirigidos al consumo interno», estima Mark Jacobson, del grupo de reflexión German Marshall Fund.  

Nadie puede ignorar que el espionaje es una práctica habitual, incluso entre países aliados, apuntó.  

«En otros momentos de la historia estadounidense, también hubo presidentes que dieron la impresión de no saber hacia dónde iban, pero luego se vio que algunos lo sabían», dice Inderfurth, para quien todavía falta mucho para que se pueda efectuar un balance diplomático de Obama.

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