WASHINGTON .-En junio, durante uno de los mejores tramos de su presidencia, Barack Obama andaba a las zancadas por un pasillo de la Casa Blanca y exclamaba, “íOfensiva! íMantengamos la ofensiva!” Era un grito de aliento a una Casa Blanca que parecía por fin pisar fuerte en último cuarto de gobierno Obama.

Avanzaba el acuerdo comercial Asia-Pacífico, lo mismo que la apertura diplomática con Cuba y un histórico acuerdo nuclear con Irán. La Corte Suprema ratificó una cláusula crucial de la acosada ley de seguro de salud y legalizó el matrimonio gay en el país.

En medio de la angustia provocada por una masacre en una iglesia en Charleston, South Carolina, el discurso fúnebre del presidente resonó en los corazones. “Dije a principios de este año que en el cuarto trimestre suceden cosas interesantes” y todavía no hemos recorrido la mitad”.

Sin embargo, el séptimo año de su presidencia mostraron los límites de su actitud cauta y moderada ante crisis internacionales, sobre todo en Oriente Medio.

Los ataques en París y en San Bernardino, California, acentuaron el miedo a los ataques terroristas en EU y los intentos de Obama de reconfortar a la población cayeron en oídos sordos. Adicionalmente, la serie de matanzas en el país echó una fuerte luz sobre los límites al poder de Obama para aplicar las medidas de control de armas.

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Popularidad

Obama contempla 11 meses hasta la elección de su sucesor en los comicios. Muchos republicanos lo detestan y le recuerdan el incumplimiento de su promesa de campaña de sanar profundas divisiones en Washington, pero sigue siendo popular entre demócratas y prevé cumplir un papel en campaña de quien resulte candidato.