Obama ofrece consuelo a la nación en Fort Hood

Obama ofrece consuelo a la nación en Fort Hood

Fort Hood, Texas, EE.UU. El presidente Barack Obama regresó el miércoles a base militar donde hace cinco años tuvo que consolar a la nación, guardando luto en Fort Hood con las familias y camaradas uniformados de los militares asesinados en la balacera de la semana pasada.

“De alguna forma sobrellevamos lo que parece insoportable”, declaró.    Fue un triste evento más para un mandatario que ha tenido que ofrecer palabras de consuelo muchas veces en diversas partes del país durante sus años en el cargo. En Fort Hood la ceremonia fue aún más conmovedora porque se recordó a soldados que no murieron en guerras en el extranjero, sino en la seguridad de su propia base.

“Eran miembros de una generación que ha tenido que llevar la carga de nuestra seguridad durante más de una década de guerra”, afirmó Obama.    Tres soldados murieron y 16 más resultaron heridos en la masacre cometida el miércoles pasado por otro soldado, que se suicidó.

Obama y la primera dama Michelle Obama llegaron ya avanzada la mañana del miércoles a Fort Hood, donde los uniformes de camuflaje de las tropas que se mantuvieron de pie para saludar su caravana casi se fundían con el desierto. Las banderas estaban a media asta en el amplio complejo del ejército en el centro de Texas, donde el mandatario se reunió con los familiares de las víctimas antes de ofrecer sus condolencias públicas.

La ceremonia se realizó en el mismo lugar donde Obama pronunció un discurso en honor de las víctimas de otra matanza masiva en 2009.    Tres cruces de batalla y fusiles coronados por cascos encima de botas de combate estaban frente a la plataforma de los oradores, en representación de los tres soldados muertos: el sargento Carlos Lazaney Rodríguez, de origen puertorriqueño; el sargento Timothy Owens y el sargento de primera clase Daniel Ferguson.

Las autoridades dicen que todos fallecieron en un ataque a tiros del soldado Iván López, también de origen puertorriqueño.    Obama fue el único orador que mencionó que se perdieron cuatro soldados, incluido el agresor. Cuando el presidente concluyó un discurso en el que repitió la frase “el amor nunca termina”, un soldado en la audiencia se enjugó las lágrimas.

El mandatario bajó de la plataforma cabizbajo.    “Duele. Duele a la mitad de la noche. Duele a la mitad del día. Duele en el estómago. Duele perder a alguien a quien amas”, dijo el capellán, coronel Matthew Goff, después del discurso del presidente. “La razón por la que duele tanto es porque amamos mucho”.    Hacia el fin de la ceremonia, los soldados se pusieron de pie para escuchar la lista de asistencia. Un sargento mencionó en tres ocasiones los nombres de los soldados caídos. Al no recibir respuesta, sus nombres fueron retirados de la lista, según la tradición militar.

Siete soldados en línea apuntaron sus fusiles al cielo y dispararon tres veces. Un trompetista interpretó notas fúnebres.    Una y otra vez, Obama ha tenido que buscar formas de dar sentido a muertes que no lo tienen. En Tucson, Arizona; Aurora, Colorado; Newtown, Connecticut; Boston; el Astillero de la Armada en Washington; comunidades cuyos nombres son ahora sinónimos de tragedia. Y ahora Fort Hood, por segunda vez, algo que parecía de lo menos probable.

Para añadir complejidad a las afirmaciones del presidente en Fort Hood están las interrogantes sobre si la participación de López en la guerra precipitó sus acciones. Aunque el soldado estuvo un período corto en Irak en 2011 y dijo que sufrió una lesión traumática en el cerebro, oficiales de Fort Hood han dicho que su estado mental no fue un “factor que haya incidido directamente” en la balacera.    Aun así, el militar de 34 años estaba bajo tratamiento por depresión y ansiedad, al tiempo que se le evaluaba para ver si padecía trastorno de estrés postraumático, indicaron autoridades de la base.

“Debemos honrar a estos hombres haciendo más para cuidar a nuestros colegas estadounidenses que viven con enfermedades mentales, tanto civiles como militares”, afirmó Obama. “Hoy cuatro estadounidenses ya no están con nosotros. Cuatro familias del Ejército han quedado devastadas. Como comandante en jefe, estoy decidido a que continuemos mejorando nuestros esfuerzos para llegar a nuestras tropas y veteranos que la están pasando mal, para darles los cuidados que necesitan y asegurarnos de que nunca estigmaticemos a los que tienen el valor de buscar ayuda”.

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