Washington.- El presidente de EE.UU., Barack Obama, pidió disculpas hoy a Médicos Sin Fronteras (MSF) por el bombardeo estadounidense a un hospital de la organización en Kunduz (Afganistán), mientras evalúa cambios a su plan de reducir las tropas en ese país a una presencia mínima en 2017.
Las disculpas, transmitidas por Obama en una conversación telefónica con la presidenta de MSF, Joanne Liu, se produjeron el mismo día en que la organización pidió que una comisión independiente establezca la verdad de lo sucedido en el ataque contra su hospital en Kunduz, donde murieron 22 personas.
Los responsables de MSF trabajan actualmente con la presunción de que el bombardeo del hospital fue un crimen de guerra. Además, han desmentido las versiones de Afganistán de que en el hospital había terroristas y desde allí se estaba atacando a sus fuerzas, razón por la que se pidió a Estados Unidos efectuar el bombardeo.
La Casa Blanca explicó que, durante la llamada a Liu, Obama garantizó que la investigación sobre el ataque que está realizando el Departamento de Defensa estadounidense será “transparente” y ofrecerá un relato “objetivo” de los “hechos y circunstancias” que desencadenaron el bombardeo.
Además, Obama se ha comprometido a estudiar las “reformas» necesarias para que este tipo de “tragedias” sean “menos probables» en el futuro, según detalló en su rueda de prensa diaria el portavoz de la Casa Blanca, Josh Earnest.
“Cuando Estados Unidos comete un error, asumimos la responsabilidad y nos disculpamos si es necesario”, remarcó el portavoz de Obama. No obstante, Earnest eludió varias preguntas acerca de si Estados Unidos va a aceptar la investigación internacional solicitada por MSF e insistió en destacar las pesquisas ya abiertas por el Pentágono, el Gobierno afgano y la OTAN.
Desde Nueva York, MSF tomó nota de las disculpas de Obama por el bombardeo, pero le insistió en que respalde una investigación internacional sobre la tragedia.
“Reiteramos nuestra petición para que el Gobierno de Estados Unidos acceda a una investigación independiente liderada por la comisión humanitaria internacional para establecer lo que ocurrió en Kunduz, cómo ocurrió y por qué ocurrió”, dijo la presidenta de MSF en una breve reacción.
Por su parte, en una conferencia de prensa en esa ciudad, el director ejecutivo de MSF en EE.UU., Jason Cone, subrayó la importancia de que el Gobierno de Obama dé su consentimiento a esa comisión, porque así “enviaría una poderosa señal” de su compromiso con “el respeto de la ley humanitaria internacional».
Ese tipo de comisión está previsto en el primer protocolo de las Convenciones de Ginebra, que han ratificado 76 estados, de los que se necesita que solamente uno apoye la petición de MSF para que ese organismo se constituya y empiece a investigar. EE.UU. no ha ratificado ninguno de los dos protocolos de las Convenciones de Ginebra, el compendio del derecho internacional que impone las reglas mínimas que todas las partes beligerantes en una guerra deben respetar.
Tras el bombardeo, ocurrido el sábado, el coronel Brian Tribus, portavoz de las fuerzas de EE.UU. en Afganistán, señaló que el ataque podía haber “causado daños colaterales a un centro médico cercano». Este martes, el jefe de las fuerzas de EE.UU. en Afganistán, el general John Campbell, admitió en una audiencia en el Senado que el ataque al hospital fue un “error” y una “decisión” de la cadena de mando militar estadounidense.
“Un hospital fue golpeado por error. Nunca marcaríamos como objetivo de manera intencional una instalación médica protegida”, explicó Campbell ante los senadores, mientras que el secretario de Defensa, Ashton Carter, fue un paso más allá y dijo “lamentar profundamente” lo ocurrido.
Además, el general comentó que, “basados en las condiciones sobre el terreno” en Afganistán, cree necesario ofrecer a Obama “opciones diferentes al plan actual”, que contempla una reducción de los 9.800 soldados estadounidenses presentes en ese país a partir de mayo de 2016, con el mantenimiento de una fuerza residual en 2017.
Campbell precisó que ya le ha presentado a Obama varias opciones para mantener en Afganistán en 2017 un número mayor a los 1.000 militares previstos en el plan actual y cuyo objetivo principal sería garantizar la seguridad de la embajada estadounidense en Kabul.
La propuesta para alargar la presencia estadounidense en Afganistán se enfoca esencialmente en mantener las capacidades antiterroristas en el país, especialmente por la amenaza del Estado Islámico (EI) y Al Qaeda.