Washington, EE.UU. El presidente de EE.UU., Barack Obama, viajará este lunes a Alaska y se convertirá en el primer mandatario en ejercicio que visita el Ártico, con la meta de advertir de nuevo de los peligros del cambio climático y de defender su autorización a la compañía Shell para realizar perforaciones en aguas de la zona.
Los glaciares de Alaska “se están derritiendo” cada vez más rápido, “amenazando al turismo y contribuyendo al crecimiento de los mares”, señaló Obama en su discurso grabado de los sábados.
“Todo esto es real. Está sucediendo a nuestros compatriotas en estos momentos”, anotó el presidente al detallar que, según el gobernador de Alaska, Bill Walker, hay cuatro aldeas del estado “en peligro inminente” y que deben ser reubicadas por el aumento de los niveles del mar.
“Si otro país amenazara con aniquilar una ciudad estadounidense, haríamos todo lo posible para protegernos. El cambio climático plantea esa misma amenaza, ahora mismo”, alertó.
Dentro de un viaje de tres días, Obama llegará este lunes a Anchorage, la ciudad más grande de Alaska y donde prevé participar en una mesa redonda con ciudadanos del estado, además de intervenir en una conferencia sobre el Ártico patrocinada por el Departamento de Estado.
A esa conferencia asisten ministros de las naciones del Ártico y científicos para abordar cómo el cambio climático está transformando esa región y aumentar la conciencia mundial sobre cómo ese fenómeno tiene un impacto global, según la Casa Blanca.
El secretario de Estado de EE.UU., John Kerry, inaugurará esta noche la conferencia con una cena de bienvenida a los asistentes cerrada a la prensa.
El martes, Obama viajará al área de la Península de Kenai y realizará una excursión en barco por el Parque Nacional de los Fiordos para “ver los efectos del cambio climático de primera mano”, de acuerdo con la Casa Blanca.
Ya el miércoles, el presidente visitará la localidad de Dillingham, donde se reunirá con pescadores y familias de la zona, y a continuación se desplazará a Kotzebue, una población situada en el Ártico y de apenas 3.200 habitantes.