US President Barack Obama (L) and Cuban President Raul Castro meet at the Revolution Palace in Havana on March 21, 2016. US President Barack Obama and his Cuban counterpart Raul Castro met Monday in Havana's Palace of the Revolution for groundbreaking talks on ending the standoff between the two neighbors. Obama, meeting Castro for only the third time for formal talks, was the first US president in Cuba since 1928. AFP PHOTO/ NICHOLAS KAMM
LA HABANA. Dos presidentes de Cuba y Estados Unidos sostienen un histórico encuentro cara a cara en el lugar que en su nombre recuerda por qué hace más de cinco décadas los dos países se convirtieron en los mayores enemigos del hemisferio: el Palacio de la Revolución.
El presidente cubano Raúl Castro recibió con un apretón de manos a su colega estadounidense Barack Obama y tras el protocolo que incluyó el paso de revista a las tropas y la presentación de las comitivas se dirigieron a un encuentro privado.
Al final de la reunión, ambos presidentes tienen previsto dar un mensaje, en el que se espera den señales sobre el camino que puede tomar el nuevo acercamiento entre los viejos enemigos de la guerra fría.
Tras el triunfo de la revolución en 1959, Cuba y Estados Unidos rompieron relaciones. Obama inició sus actividades el lunes con un homenaje al prócer de la independencia de Cuba, José Martí, en la Plaza de la Revolución, un lugar que pocos hubieran imaginado apropiado para un mandatario estadounidense unos años atrás.
“Es un gran honor rendirle homenaje a José Martí, que dio la vida por darle la independencia a su patria. Su pasión por la libertad y la autodeterminación viven en la gente de la Cuba de hoy”, escribió Obama en el libro de visitantes distinguidos del monumento.
“El momento es adecuado”, dijo Obama a ABC News. Aunque reconoció que persisten las diferencias sobre derechos humanos y libertad, dijo que espera que se avance antes de que deje la presidencia en menos de un año. “Sentimos que venir ahora maximizaría nuestra habilidad para impulsar más cambios, particularmente porque esto ha sido bienvenido por el pueblo cubano”, añadió.
En su segundo día en la isla, Obama también tiene previsto un encuentro con emprendedores cubanos, un sector emergente luego de las reformas económicas que comenzaron en 2010. El edificio donde se realizará la reunión de mandatarios se construyó en la década de 1950 para la Corte Suprema, aunque luego de la llegada al poder de Fidel Castro fue convertido en el mítico Palacio de la Revolución.
Será la primera reunión entre ambos en la isla y la tercera en poco más de un año. Las otras dos fueron en Panamá y en la sede de las Naciones Unidas. “Si hablan del bloqueo, si quitan el bloqueo, sí puede haber muchos cambios en Cuba”, dijo a The Associated Press Roberto Hernández, un empleado de la construcción de 52 años quien, sin embargo, reconoció que Obama puede hacer poco para retirar el embargo que Estados Unidos mantiene contra la isla desde hace más de cinco décadas. “Obama puede hacer muchas cosas, quitar varias cosas del bloqueo, como presidente de Estados Unidos, pero quitar el bloqueo no puede, porque eso no está en él”, añadió.
Aunque Obama ha tomado varias medidas ejecutivas para aliviar las restricciones impuestas por el embargo el único que puede derogarlo es el Congreso estadounidense, dominado por los republicanos.
Para Obama no hay mejor lugar que La Habana para mostrar que la implicación puede hacer más que el aislamiento para conseguir cambios tangibles en la pequeña nación comunista. Pero para los cubanos la cuestión clave es si su propio gobierno está dispuesto a demostrar que la ambiciosa apertura diplomática es algo más que palabras.
“Esta es una visita positiva para los dos países y para el futuro de sus relaciones”, dijo Gustavo Hernández, un cubano de 53 años. “Hay que tener una mejor comunicación y es bueno que se mantenga la paz, que a nosotros nos va a traer tranquilidad”. La visita del gobernante estadounidense es un atrevido gesto diplomático, luego de haber reconocido que la política de aislamiento a la nación caribeña no logró su objetivo de cambiar el modelo político unipartidista y el gobierno comunista.
“Ya es hora de lograr una amistad”, manifestó Magdalena González, una vendedora ambulante de 45 años. “Además nosotros no le hemos hecho nada a Estados Unidos. Es un problema de ideales, de que no pensamos lo mismo, pero tenemos derecho a eso”.
Pese a que Obama indicó en que su objetivo con esta nueva relación es contribuir a una mejora en las condiciones de vida de los cubanos, incluyendo más amplias libertades civiles, el gobierno cubano insistió que no piensa realizar reformas a su modelo político.
Por ello, además de las expectativas de mejoras económicas que el levantamiento de las sanciones impuestas por Washington puede traer a los cubanos -como mejoras en la infraestructura, abastecimiento de productos que a veces escasean y creación de empleos o salarios más altos-, muchos isleños especulan si este ambiente de deshielo se mantendrá luego de que en 10 meses Obama salga de la Casa Blanca y le entregue el poder a su sucesor.
“Quizá gracias a estas negociaciones y a esta visita, el que venga después tenga que aceptar las cosas como se establecieron con Obama y el presidente Raúl Castro”, reflexionó González.
Obama y Castro iniciaron el proceso de normalización de relaciones en diciembre de 2014 y las embajadas de ambos países reabrieron en julio de 2015. Cuba reclama el levantamiento total del embargo y la devolución de la porción donde se estableció la Base Naval de Guantánamo en el oriente del país.
El mandatario estadounidense, quien llegó el domingo por la noche e hizo un recorrido por La Habana Vieja y se entrevistó con el cardenal Jaime Ortega, permanecerá en Cuba hasta el martes, día en que además de dar un discurso y reunirse con disidentes participará de un partido de béisbol entre un equipo de grandes ligas de Tampa y un seleccionado nacional.