El presidente Barack Obama parece ser el primer gobernante estadounidense a propiciar la fundación del Estado Palestino, como su homólogo Harry Salomón Truman decidió fundar el Estado hebreo en 1947.
Los medios informativos se hicieron eco el 19 de abril último de las expresiones prepotentes del premier israelí Benjamín Netanyahu, propiciando porque Israel no dependa de ayuda extranjera, condición imperante siempre y sin la cual, especialmente siempre de Estados Unidos, el Estado de Israel no hubiese nacido ni se mantendría por 62 años a expensas de la ayuda militar y económica del imperio (US$2 mil mm/año).
El 24 de abril, Israel acusó a Siria de suministrar a Hezbolá misiles Scud de 600 kilómetros de alcance, suficiente para llegar a Jerusalén y Tel Aviv, pero Washington lo desmintió alegando no poseer pruebas, aunque las tuviese.
Eso fue suficiente para que apenas 48 horas, el premier Netanyahu suspendiese la construcción de viviendas al Este de Jerusalén, que deberá ser por imperativo histórico, la capital del Estado palestino.
No solamente los dominicanos, sino los judíos, más bien, el genoma humano parece que sólo entiende y procede con la macana en el pescuezo.
Al siguiente día, 27, el presidente Obama expresó su compromiso inquebrantable con la seguridad de Israel mediante su consejero de Seguridad Nacional, James Jones.
Otro día más, el 28, Washington especificaba, en una versión novísima como sorprendente, que Irán no es una amenaza en la región.
Nunca como ahora un presidente norteamericano ha caracterizado una política expresa para fundar el Estado Palestino, que es la única forma de consagrar la paz y reforzar la seguridad del Estado judío. Enhorabuena.