Obesidad, cólera
y desayuno escolar

Obesidad, cólera <BR>y desayuno escolar

La obesidad comienza a adquirir proporciones epidémicas en el mundo. La vida sedentaria, la comida rápida, la cantidad de alimentos procesados y el mayor nivel adquisitivo de la población mundial se señalan como las causas principales de este fenómeno de consecuencias fisiológicas, sicosociales, y económicas.

Desde hace varios años, algunos gastroenterólogos y endocrinólogos dominicanos vienen llamando la atención sobre la obesidad y sus consecuencias negativas para la salud. Por otro lado, las proyecciones estadísticas de la Organización Mundial de la Salud apuntan a un aumento de la obesidad en varios países latinoamericanos, entre ellos, República Dominicana.

Hablar de obesidad en un país relativamente pobre y de bajos salarios como es el caso dominicano parecería un contrasentido, pero no lo es.

La dieta tradicional dominicana es particularmente fuerte en carbohidratos y grasas, y ahora, con el temor a la propagación del cólera, el componente de vegetales en la ingesta nacional se habrá reducido aún más.

Desde el punto de vista fisiológico, los profesionales de la salud enfatizan los efectos negativos de una dieta alta en carbohidratos y grasas procesadas. La hipertensión y la diabetes son problemas asociados, y ambos están en incremento en el país según organizaciones médicas.

Desde el punto de vista sicosocial, la obesidad presenta también serios problemas, sobre todo en los niños y jóvenes. Puede generar problemas de autoestima en esta población que, por su edad, es particularmente vulnerable al estar en un proceso de desarrollo y transformación de su identidad personal y grupal.

Con médicos dispuestos a utilizar el bisturí para solucionar problemas de estética corporal, los jóvenes de familias más pudientes pueden verse tentados a recurrir a las intervenciones quirúrgicas para adelgazar. Es una solución rápida y de efectos visibles casi inmediatos, pero se desconocen los efectos médicos y sicológicos en el largo plazo en los jóvenes que se someten a este tipo de tratamiento.

En términos económicos, el costo de atender una población con mayores problemas de salud producto de la obesidad es significativo. Se abultan los presupuestos públicos en los servicios subsidiados y también los de las aseguradoras privadas. Es decir, un amplio segmento de la población de manera directa o subsidiada incurre en mayores gastos médicos.

En la obesidad, la prevención es la cura a tiempo que mucha gente se resiste a asumir y que los sistemas de salud muchas veces ignoran.

La buena nutrición es el componente esencial de la prevención, y la inversión que haga el gobierno y el sector privado en motivar una buena alimentación tiene un efecto muy positivo en la salud física y mental de la gente, así como en el presupuesto público y privado destinado a los servicios médicos.

En países como República Dominicana con baja inversión en servicios de salud, la prevención tiende a ocupar un lugar irrelevante cuando debería ser lo contrario. A mayor prevención, menor prevalencia de enfermedades, y por tanto, menores gastos en servicios médicos. Además, como dice el adagio: más vale prevenir que tener que lamentar.

Comer es rico y muchos platos sabrosos tienen muchas calorías y engordan. Por eso, mantener un equilibrio alimenticio es difícil y requiere mucha conciencia, educación y voluntad.

Con este desafío en perspectiva, el sector salud y educativo del país deben concebir una campaña para la buena alimentación antes de que sea muy difícil revertir la tendencia ya identificada en la población dominicana a la obesidad.

Al acercarse el comienzo del año escolar, el Ministerio de Educación debería evaluar los componentes nutritivos del desayuno escolar, que ojalá se ofrezca sin interrupción y sin intoxicación.

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