En su cercanía con la gente, agradeció a las religiosas y los religiosos la diversidad de carismas eclesial y disciplinar en el camino

“Entre las calles de nuestro pueblo de Higüey, mostrando a los demás a un Jesús humano, que camina en medio nuestro, en los afanes diarios. Me gusta tener el contacto con las personas, ver su realidad y acompañarles”.

Con estas palabras describe el obispo Jesús Castro Marte el momento que vivió al visitar negocios del municipio de Higüey, provincia La Altagracia.

El filósofo y teólogo dominicano, con especialidad en bioética, dedica la mayor parte de su tiempo a pastorear la Diócesis de Nuestra Señora de La Altagracia, pero en su tiempo de descanso disfruta de comer sus bocadillos predilectos.

Castro Marte expone en sus redes sociales un cuadro de imágenes comiendo “perrito caliente o hot dog”, sentado en un banco de un negocio, del que quiso conocer las interioridades de su propietario.

Primero, esperó paciente que le preparan el pan con salchicha, lo comió y tomó una botella de agua, dando un aspecto de cercanía con la gente, poco usual cuando se tiene su jerarquía religiosa.

Monseñor Castro Marte, vicepresidente de la Conferencia del Episcopado Dominicano (CED), se preocupa por ver la cotidianidad de su comunidad, se fotografía con la gente que comparte y ese día, el 2 de febrero, Día de la Vida Consagrada, agradeció a Dios por “tan preciado don para la vida de la Iglesia y el mundo”.

Al día siguiente, visitó a los seminaristas en el Retiro-Convivencia en el Seminario Menor San Pablo Apóstol.