Obispo defiende reparto de casas

Obispo defiende reparto de casas

POR IVÁN SANTANA
SAN PEDRO DE MACORÍS.-
El obispo de esta provincia defendió los criterios con que han sido distribuidas 26 viviendas construidas con donaciones privadas en el batey Gautier, de San José de los Llanos, y aseguró que los inmuebles fueron asignados a familias de indigencia extrema. Habló en rueda de prensa efectuada ayer. El obispo monseñor Francisco Ozoria Acosta dijo que la distribución de las viviendas ha sido una labor de la Iglesia en la que se partió del criterio de favorecer a familias con niños y no a personas solas.

Afirmó que todavía quedan sin viviendas numerosas familias dominicanas y de origen haitiano que están en la indigencia, pero que no pudieron ser seleccionadas para asignarles casas.

Sostuvo que la iglesia no ve la nacionalidad en los bateyes, sino las personas y que de esas personas eligió las que viven en peores condiciones, muchas de ellas señaladas por la propia comunidad. Dijo que el criterio político no ha entrado a la Iglesia, como ocurrió con la entrega de las primeras 27 casas por parte del Instituto Nacional de la Vivienda (INVI), en las que solo aparecen diez familias que aparentemente son necesitadas porque las demás están cerradas y fueron alquiladas.

El obispado señaló que construyó esas viviendas con fondos provenientes de donaciones privadas y que la posesión de los terrenos donde fueron levantadas es válida y legal y que el gobierno no tiene ninguna participación en este nuevo proyecto.

Para el proyecto el obispado contrató los servicios de la constructora Pons. Señala que las familias que habitan las viviendas no han realizado una ocupación, ni ilegal ni violenta como se ha reseñado en algunos medios, sino que han sido adjudicadas por quien es competente, el obispado.

Monseñor Ozoria Acosta dijo que las 26 viviendas fueron distribuidas de manera equilibrada y que unas 17 familias dominicanas fueron beneficiadas y las demás entregadas a familias de origen haitianas.

Señaló que los fondos para la construcción de las viviendas fueron gestionados por el obispado con agencias extranjeras y personas que tienen el interés de ayudar a los más necesitados.

Informó que en la zona de San José de los Llanos no hay ningún tipo de violencia entre dominicanos y haitianos, sino que ambos conviven en fraternidad.

Dijo que el trabajo del sacerdote Christopher Hartley es una labor de la Iglesia y que no se puede ver como individual.

Manifestó que el hecho de que haya personas que trabajen y entreguen su vida en bien de los demás, y que no hayan ocasionado dificultades, son estilos de trabajo que se hacen sin chocar con intereses económicos o políticos, por lo que ese trabajo no es tormento para nadie.

Ozoria Acosta señaló que la razón fundamental de los problemas han sido los intereses económicos y políticos de un sector del país que no identificó.

CHRISTOPHER HARTLEY

Por su parte el sacerdote Christopher Hartley responsabilizó al consorcio Vicini de la situación que está ocurriendo en San José de los Llanos y dijo que está empeñado en sacarlo del país.

Aseguró que los dominicanos y haitianos de los bateyes de ese municipio conviven en hermandad y que no existe ningún problema.

Denunció que el consorcio Vicini, a punta de fusil, obliga a los obreros a permanecer en sus puestos de trabajo. «Cómo es posible que un militar, en el caso del capitán Amarante, sea el jefe de la seguridad de una empresa privada y que a punta de rifle retiene a los obreros que son llevados a las labores de corte de caña a las 3:00 de la mañana».

Dijo no explicarse cómo una persona que se quiere escapar de su puesto de trabajo, es encerrada en un almacén de abonos, donde es sometido a torturas.

El sacerdote Hartley denunció además que en esa zona los campos de caña los siembran niños de hasta nueve años a los que se les paga siete pesos por surco, lo que según dijo es un trabajo infantil condenado por leyes internacionales.

Expresó que si la gente va a esos bateyes y se percata de cual es su situación se dará cuenta de que el «huracán» no está en el obispado ni en él, sino en los campos de caña.

Hartley indicó que es un sacerdote que trabaja con la parroquia de San José de los Llanos y que no es un revolucionario ni trabaja con una ONG (organización no gubernamental), ni organizaciones internacionales, sino en favor de la comunidad, como representante de la Iglesia.

Manifestó que se le ve como el ojo del huracán porque es el párroco de esa comunidad, ya que si trabajara en otros lugares, tendría otros problemas.

Señaló que tiene 30 campos y 30 bateyes pertenecientes al ingenio Cristóbal Colón y al CEA, a los que acude a dar misas y que la gente le expresa la situación de miseria que tienen.

Indicó que muchas de esas familias en ocasiones lo que comen es caña y mango, y que por esa razón es que se ha empeñado además de evangelizar, hacer una labor social y humanitaria.

Aseguró que el problema viene porque él se opone al régimen de terror que impera en los bateyes pertenecientes a su parroquia.

En el encuentro con la prensa estuvieron el sacerdote Marcelo Ortiz, Noemí Méndez y Miledy de los Santos, pertenecientes a la diócesis de San Pedro de Macorís.

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