Obispo denuncia consecuencias del ansia de poder

Obispo denuncia consecuencias del ansia de poder

Monseñor Francisco José Arnaiz, obispo emérito auxiliar de la Arquidiócesis de Santo Domingo, afirmó ayer que el ansia de poder, la soberbia y el apego desordenado al dinero estropean todo en el mundo y afirmó que en la República Dominicana «todos somos cómplices» de la situación en que estamos.

También resaltó la necesidad de que sea iniciado un proceso de recomposición de las cosas, pero cada uno en lo suyo, asumiendo responsabilidades desde el propio núcleo familiar hasta en los centros de trabajo.

Abogó por padres más responsables y menos huidizos y madres mas tiernas y más formadoras, lo que deberá reflejarse en la escuela, en el taller, en la industria, en la empresa, en la vida social y en la vida política. «Cada uno que se ponga en esa cátedra que es la cueva de Belén».

Dijo que el ansia del poder, la soberbia y el apego desordenado al dinero, son los tres pecados capitales del ser humano y exhortó a los dominicanos a apartar lo material de lo espiritual ya que «amar el poder es convertir el poder en aplastamiento y explotación del prójimo», contribuyendo a crear un desorden en todos los órdenes.

El prelado refirió el nacimiento de Cristo, que vino al mundo sin la realidad de la riqueza, distanciado aristocráticamente de los bienes materiales «y viene humilde para combatir desde su nacimiento la soberbia y olvidado de si mismo y entregados a los demás a darse a los demás».

Monseñor Arnaiz pronunció la homilía al presidir la misa de Pascuas celebrada al mediodía de ayer en la Catedral Primada de América.

El ex secretario de la Conferencia de Episcopado deploró que el hombre subordine los bienes del espíritu a los materiales y dijo que Jesús vino al mundo sin dones en las manos pero con mucha luz a la inteligencia y vitalidad humana y social.

Señaló que con esa lección comienzan las grandes lecciones para decirle a la humanidad cuales deben de ser los grandes valores del espíritu.

Arnaiz abogó por que se ponga encima el valor a la dignidad humana y subordinar siempre los valores inferiores, en procura del bienestar de todos.

Pidió dar prioridad al valor de la laboriosidad de la capacitación, del trabajo del esfuerzo a fin de superar las dificultades propias de la vida.

El prelado exhortó a la reflexión sobre la situación de cada uno ya que el mundo no esta ni bien ni mal sino «esta como están los hombres que están en el mundo, porque el hombre es el que todo lo puede arreglar y todo lo puede descomponer», hay que arreglar el corazón y la mente de los seres humanos, con esos valores con las lecciones que Cristo no da desde la cueva de Belén».

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