Obispos exhortan buscar respuesta a desarticulación de la sociedad

Obispos exhortan buscar respuesta a desarticulación de la sociedad

POR FIOR GIL
La Conferencia del Episcopado Dominicano exhortó ayer a quienes se consideren discípulos de Cristo,  asumir el compromiso de buscar respuestas “a la desorganización y desarticulación”, que afirma es el problema fundamental que afecta a la sociedad dominicana.

Los obispos hacen un llamado a buscar el bien común, a rechazar la corrupción y plantearon la necesidad de procurar la ética en la práctica política.

En la Carta Pastoral, con motivo de la fiesta de Nuestra Señora de La Altagracia que se celebra hoy, que este año tiene como tema “Discípulos del Señor en comunión y misión”, la Conferencia del Episcopado señala el compromiso de los fieles a mantener la presencia en los sectores de educación, de la economía, de trabajo y  materia de arte, de la comunicación y de política, como respuesta fundamental “al problema que nos agobia y preocupa que es la desorganización y desarticulación como pueblo”.

Señalan que causa pena observar el “fuerte divorcio” existente entre la profesión de fe cristiana que hacen muchos dirigentes políticos y líderes de diversas áreas, y la puesta en práctica de los valores evangélicos en los campos que gestionan.

La Pastoral indica que los discípulos del Señor están comprometidos en la búsqueda del bien común frente a la corrupción, la defensa de la vida humana, el fortalecimiento de la familia y la participación en una actividad política ética frente a una práctica política individualista e  ineficaz basada en promesas. 

También indica que los cristianos están comprometidos con la distribución equitativa de los bienes y a erradicar el clientelismo político repartidor de dádivas, cosa contraria a la dignidad de la persona humana.

Igualmente tiene que procurar el cristiano el cumplimiento justo y valiente de las leyes en los tribunales frente a la impunidad, la defensa de los derechos de todos, a erradicar cualquier tipo de discriminación racial, de género, social, económica, política o religiosa; y también a la aplicación de soluciones legales claras ante la creciente inmigración haitiana indocumentada. 

La Carta Pastoral, dada a conocer por el presidente de la Conferencia del Espiscopado Dominicano, monseñor Ramón de la Rosa y Carpio, y por monseñor Benito Angeles, secretario, señala que asumir estos compromisos es la manera de hacer “realidad el mensaje de Jesús, del que su discípulo es portador, según el cual todos somos hermanos y hermanas y, por eso, queremos trabajar por un orden social más justo, equitativo y no excluyente, donde realmente se viva la igualdad y la fraternidad”.

Precisa, que  “el auténtico cristiano, discípulo de Cristo,  se compromete con coherencia de vida y de acción en la transformación de los sistemas políticos, económicos, laborales, culturales y sociales que mantienen en la miseria espiritual y material a millones en nuestro continente”.

“Constatamos con pena que en muchos dirigentes de la vida nacional, políticos unos y líderes de diversas áreas otros, se da un fuerte divorcio entre las convicciones de fe cristiana que profesan y la puesta en práctica de los respectivos valores evangélicos en los campos que gestionan”, dicen los obispos.

También abordan el tema de la necesidad y los valores de la vida en comunión y señalan en su reflexión que los discípulos de Cristo deben ser “fermento de comunión en medio de un mundo roto y dividido, violento y egoísta, carente de solidaridad, pero ansioso de acciones unidas para el bien común en muchas de sus instancias”. 

Plantean el compromiso de los cristianos de promover el cumplimiento de los buenos propósitos para los que se crean las juntas de vecinos y otras organizaciones de la sociedad civil, en las organizaciones políticas, profesionales y laborales, aunque estas no son organizaciones confesionales ni eclesiales.

“El discípulo, siguiendo la tradición  de Jesús y de la Iglesia católica, ha de buscar unir y no dividir, dentro y fuera de su comunidad, porque cree que en la unión está la fuerza”.

Señala que la falta de “comunión y de amor solidario” se palpa en el panorama de la pobreza extrema que nos envuelve y en la creciente brecha entre ricos y pobres; y cita al Papa Juan Pablo II, quien advirtió que en nuestro tiempo son muchas las realidades las necesidades “que interpelan la sensibilidad cristiana, porque el nuevo milenio ha comenzado cargado de las contradicciones de un crecimiento económico, cultural, tecnológico, que ofrece a pocos afortunados grandes posibilidades, dejando millones y millones de personas no sólo al margen del progreso, sino a vivir en condiciones de vida muy por debajo del mínimo requerido por la dignidad humana”.

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