Obligados a una revolución

Obligados a una revolución

Los precios del petróleo se han situado en las últimas horas en la temida barrera de los US$100 por barril, y nada permite hacer pronósticos de baja o, al menos, de estabilización duradera.

Para la economía dominicana, esta tendencia representa una presión que debe ser enfrentada a base de eficiencia, una condición que ahora deberemos alcanzar a brazo torcido.

 En su discurso más reciente al país el Presidente Leonel Fernández anunció medidas que tienen el objetivo de ahorrar combustibles y electricidad, como forma de aligerar una factura petrolera que ya está bastante inflada.

 Hay una comisión que trabaja en el diseño de la estrategia de aplicación y seguimiento de cada una de esas medidas.

 Se ha anunciado el propósito de sustituir en varios meses 150,000 (90%) de las luminarias de escuelas, hospitales y dependencias públicas, como medio de ahorrar electricidad.

Llama la atención el hecho de que trescientas de las cinco mil edificaciones públicas que tiene el país consumen el 90% de la energía que gasta el total.

Ese mismo ahorro hay que procurarlo  en el sector privado, en los hogares y el alumbrado público.

Una dificultad para lograrlo es el alto precio de las bombillas de  bajo consumo, en comparación con las asequibles lámparas de filamento.

En este punto el Gobierno debería hacer algo más que repartir luminarias fluorescentes y que restrinja o prohíba la importación y uso de bombillas de alto consumo.

II

El otro aspecto es el de consumo de combustibles. En este punto debe hacerse énfasis no sólo en la sustitución de derivados del petróleo, sino además en procurar un uso eficiente.

Entre las medidas anunciadas por el presidente Fernández se incluyen algunas relacionadas con el ordenamiento y distribución del tránsito, para mejorar su fluidez.

Evidentemente que hay que pensar en una sustitución acelerada de los obsoletos carros en el  transporte público  por unidades colectivas de buen rendimiento, operadas en base a un trazado de rutas más diverso y menos congestionantes.

Es necesario empezar a aplicar las medidas inmediatas, con efectos a corto plazo, que ya están identificadas y que han formado parte de programas anteriores de ahorro.

Esto, sin descansar en el diseño de disposiciones de largo y mediano plazos, como la adquisición de las acciones de Shell en la Refinería Dominicana de Petróleo y otras relacionadas con el procesamiento de crudos y la producción de biodiesel y etanol.

En fin, sin duda alguna la presión de la factura petrolera nos obligará a realizar una especie de revolución en nuestra cultura y hábitos de consumo y uso de combustibles y electricidad.

El diseño de las medidas de ahorro está hecho y quizás solo necesite reajustes sobre la marcha.

El diagnóstico del problema solo cambia en las cifras que se suman a nuestra factura petrolera cada vez que los crudos superan una barrera, estimulados por la caída del dólar y factores geopolíticos altamente conocidos. Si es verdad que no hay mal que por bien no venga, que esta embestida del petróleo nos lleve a  hacer una  revolución en materia de hábitos de consumo.

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