Obra cuenta la historia de grandes dominicanas

Obra cuenta la historia de grandes dominicanas

Es cubana, pero está estrechamente vinculada a la cultura y la educación dominicanas desde que descubrió, siendo directora del Instituto de Literatura y Lingüística, el gran tesoro documental de familias de la República que vivieron en la hermana Antilla.

A partir de entonces Yolanda Ricardo, hostosiana y martiana, no solamente ha propiciado y autorizado la investigación y publicación de ese valioso acervo que mandó clasificar y ordenar sino que ha producido una reveladora y útil labor bibliográfica e intelectual convirtiéndose en especialista de figuras como Salomé Ureña, los Henríquez o Fabio Fiallo y ahora acaba de entregar un interesante libro que destaca las luchas de la mujer dominicana desde la Colonia hasta la revolución de abril, en una obra que es pionera al compilar la historia del movimiento feminista, articulando el Caribe con Europa y Estados Unidos.

Realizando su trabajo de tesis doctoral, Nueva visión de Dulce María Borrero, dio con los Henríquez y se preguntó deslumbrada: “¿Que Camila dejó eso aquí? Pues tráeme a todos los empleados de la biblioteca. Entonces, cuando me presentan a Marcia Castillo, inmediatamente me acuerdo del vínculo tan grande que hubo entre Dulce María Borrero, muy unida a Federico Henríquez y Carvajal y a Fabio Fiallo. Los vínculos de Dulce María, que fue poeta, pintora, organizadora de los primeros congresos de mujeres en Cuba, con la cultura dominicana, son increíbles”, cuenta.

Por ese archivo de decenas de cajas, comenta, apreció la importancia de los Henríquez. “Yo conocí a Camila, estuve en su curso de postgrado, un ser muy admirado que recibió los máximos galardones de una profesora universitaria. Era un símbolo, ella y Dulce María estuvieron juntas en el Tercer Congreso Nacional de Mujeres. Camila estuvo presa política por haber recibido en La Habana a un intelectual norteamericano”.

La prolífica escritora y laboriosa investigadora, feminista, filóloga, doctora en filosofía y ciencias del arte, habla seducida por “la integralidad, la diversidad de los Henríquez. No hay un sesgo de la cultura filológica, y en su sentido más humanista, que no hayan tocado”.

Fue ella, narra, quien propició la edición del Epistolario de los Henríquez Ureña que contó con el trabajo de Marcia Castillo, Blanca Delgado Malagón y Arístides Incháustegui, y es la intelectual cubana que se ha especializado en la personalidad de Salomé Ureña, “porque mi tema básico profesional es el género y el pensamiento caribeño”. De ahí, agrega, “que generalmente me invitan a disertar sobre Salomé”. La presidencia de la República Dominicana le otorgó la Distinción Nacional Salomé Ureña, en premio a su labor de divulgación de la eximia poetisa, constituyéndose Yolanda en la primera intelectual extranjera en recibirla.

Su primera publicación fue Martí en los Henríquez Ureña. Después dio a la luz Magisterio y creación: Los Henríquez Ureña, para el que dedicó dos años a profundizar en esa estirpe. “Lo hice con mucho amor y trato de dar un enfoque personal de cada uno de los integrantes. Se ha escrito mucho sobre ellos y es muy difícil ser original, pero traté de darle la originalidad de un ser humano fuera de este país. A Camila la consideramos domínico-cubana, una revolucionaria hasta sus últimos años, revolucionaria en el sentido de transformar la vida”.

Admira que la hija de Salomé Ureña y Francisco Henríquez y Carvajal “unieran su destino a Cuba en aquel momento en que se empieza a tener las carencias más grandes que se puede imaginar”.

[b]Resistencia en las Antillas[/b]

La profundidad en el estudio de los dominicanos, sus constantes viajes y estrechas relaciones le han dotado de conocimientos profundos sobre el país y su gente. Emilio Cordero Michel, Chiqui Vicioso, Fidelio Despradel, Mario Bonetti son nombres reiterados en su conversación fluida en la que es obvia su inmensa cultura y la pasión por el estudio, sobre todo el relacionado con la mujer.

Esta vez vino a cumplir con la Academia de Ciencias el compromiso de un libro único, novedoso, abarcador, completo, que le encargara su director, el doctor Mario Bonetti: La resistencia en las antillas tiene rostro de mujer. Transgresiones y emancipaciones, tan voluminoso, que agrega a su caudal de páginas más de doscientas treinta ilustraciones. “Presenta el surgimiento del feminismo organizado desde Europa, pasando por Estados Unidos, llegando a Latinoamérica y el Caribe”, explica.

Hay un siglo de relación Cuba-Santo Domingo, pero la consagrada y activa intelectual se remonta a las comunidades primitivas donde la mujer ocupa socialmente un primer plano y, comenzando con la Venus de Villendorf, resalta el papel de las diosas de las civilizaciones americanas y de otras mujeres que fueron abriendo camino en ese gran proceso emancipador. Pioneras en reclamar derechos, primeras en enfrentar el desprecio masculino, como las famosas preciosas ridículas que caracteriza Moliere en sus teatros.

Desfilan luchadoras antifascistas, anticolonialistas, antiimperialistas, las de las barricadas de París, las que se enfrentaron a los conquistadores españoles, las que hicieron valer su intelecto pese a la discriminación por el sexo.

De aquí sobresalen Anacaona, Leonor de Ovando, Juana Sotomayor, Manuela Diez, Rosa Duarte, Concepción Bona, María Trinidad Sánchez, Manuela Rodríguez Aybar (La Deana), Josefa Perdomo, Salomé Ureña y su Instituto de Señoritas, en un periodo.

En Páginas de vida aparecen Juana Saltitopa, Ercilia Pepín, Aída Cartagena Portalatín, Abigail Mejía y la reseña y el análisis de las diferentes asociaciones feministas. ”¿Qué paso con las mujeres durante el trujillato?, hasta llegar a las mujeres de abril: La coronela, Lulú Contreras, Teresa Espaillat, Piky Lora… y, por supuesto, termino con Yolanda Guzmán”, refiere.

Para realizar esta obra, Yolanda Ricardo, quien por más de un cuarto de siglo impartió docencia en la Universidad de La Habana y dirigió el Instituto de Ciencias Sociales, consultó trescientas cincuenta fuentes escritas y más de quince orales, durante tres años. “Es un libro escrito con muchos afectos”, concluye.

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