Obra de Bernardo Vega
El peligro comunista en la revolución de abril ¿Mito o realidad?

Obra de Bernardo Vega <BR data-src=https://hoy.com.do/wp-content/uploads/2006/06/6A1D2665-7ED2-48F1-AFDB-DBB8CB0E2896.jpeg?x22434 decoding=async data-eio-rwidth=280 data-eio-rheight=390><noscript><img
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POR RAFAEL TORIBIO
Debo empezar esta presentación reiterándole mi agradecimiento a Bernardo por haberme entregado la obra cuando aún era sólo un manuscrito, con la solicitud de que lo leyera y la indicación de que le hiciera las correcciones y sugerencias que considerara necesarias.

Durante el proceso de revisión y entrega del material corregido, mientras él me decía después de cada entrega que le disculpara por el arduo trabajo que me había solicitado, yo le expresaba el agradecimiento de que lo hubiera hecho pues, además de que lo consideraba un privilegio, lo estaba disfrutando enormemente. Espero que la avidez y el interés con que leí el manuscrito sean iguales a los que cada uno de ustedes experimenten al leer la obra que hoy se presenta.

Con el título final del libro tengo una diferencia similar a la que tuve con el de la obra anterior publicada por Bernardo, en la que participé como uno de sus presentadores. “Cómo los americanos ayudaron a colocar a Balaguer en el poder en 1966” me pareció, además de extenso, poco atractivo. Sugerí “Balaguer será Presidente” o “Johnson a favor de Balaguer y en contra de Bosch”.  La obra que hoy presentamos tenía como título en el manuscrito “Los cinco días de abril”, que hacía referencia directa en el lector a los importantes acontecimientos ocurridos durante esos trascendentales días y a la cronología de esos hechos, difícil de recordar aunque se hubiese sido actor en los mismos.

 Sin embargo, el título de “El peligro comunista en la revolución de abril ¿mito o realidad?”,  además de ser atractivo, y aunque no hace referencia directa a la cronología de los hechos en los que se centra la obra, sí lo hace a los propósitos fundamentales expresados por el autor al escribirla, que son a) el cuestionamiento de los argumentos esgrimidos para justificar una invasión militar contra un movimiento revolucionario democrático que decidió el desenlace de la contienda a favor de una de las partes y determinó la historia política posterior del país, no como el pueblo dominicano hubiera preferido que fuera, sino la que resultó de esta imposición militar y política, y b) demostrar, no sólo que estos argumentos fueron falsos, sino también que quienes fundamentaron en ellos la justificación de la invasión sabían que lo eran.

Tengo la seguridad que esta obra tendrá una acogida similar a la anterior publicada, porque lo importante no es el título sino el contenido, y estamos en presencia de una obra de un contenido extremadamente importante por lo que debe ser ampliamente conocido, no sólo para poder entender el pasado sino, sobre todo, poder comprender el presente. Además, como me expresó Bernardo tiempo después de haber publicado la obra anterior ya indicada, a pesar del título que no me gustaba llevaba ya tres ediciones seguidas. Si aquella tuvo esa acogida, ésta tendrá una mayor.

Como asumo que el propósito fundamental de quién presenta un libro debe ser motivar a su lectura, por lo que debe evitar hacer una exposición extensa de su contenido, intentaré solamente abrirles el apetito de lector para que lo adquieran, lo lean, lo critiquen y lo difundan. Y lo haré señalando algunos de los aportes más sobresalientes, utilizando en varias ocasiones las propias palabras del autor.

Quisiera destacar en primer lugar algo que es poco usual en una obra de naturaleza histórica. Justo en la Introducción, el autor expresa claramente cuáles fueron los propósitos para escribirla. No deja que quede a la voluntad e inteligencia del lector, después de una intensa búsqueda a lo largo del texto, conocer las razones por las que lo escribió. Las indica en los primeros párrafos con estas palabras: “El propósito de esta trabajo es determinar 1) ¿Qué información recibió Lindon Johnson de la CIA, el Departamento de Estado y otras fuentes entre el 24 y el 29 de abril, (…) que lo motivase a una decisión tan trascendental como el envío de tropas a un país latinoamericano donde no habían estado desde hacía treinta y un años? 2) ¿Hasta dónde la información recibida sobre la influencia comunista durante esos seis días (…), y que cita detalladamente lo que estaban haciendo 56 izquierdistas dominicanos, resultó ser cierta? 3) Igualmente, ¿hasta dónde fue correcta la información relativa a atrocidades de las cuales serían culpables los grupos constitucionalistas? En resumen, ¿hasta dónde la realidad justificó la decisión de Lindon Johnson, o hasta dónde recibió, debido al ambiente de guerra fría y el mismo miedo a una “segunda Cuba”, información exagerada, tendenciada o simplemente falsa?”

Tremenda tarea que quizás solo pueda ser desempeñada adecuadamente por un acucioso investigador como Bernardo que ha demostrado, además, tener una enorme capacidad para llegar a fuentes de informaciones y datos pertinentes recientemente disponibles.

Es importante plantear estas interrogantes y clarificarlas porque la decisión de intervenir el país “determinó el futuro de la República Dominicana” y que según se demuestra en la obra, fue tomada en base a informaciones falsas y falseadas, y a un prejuicio sobre las cualidades políticas de Juan Bosch. Sólo por esta razón este libro es de lectura obligatoria. Pero no sólo por esto sino también porque como todos sabemos “Al bloquear una muy probable victoria de los militares constitucionalistas, (…) y el consecuente retorno de  Juan Bosch al poder, el gobierno norteamericano lo que luego hizo fue promover la victoria electoral de Joaquín Balaguer en las elecciones del año siguiente. Johnson sentó las bases para los doce años del gobierno no democrático de Balaguer y para la imposibilidad de Bosch retornar al poder. De hecho, la intervención pospuso el retorno de la democracia al país e hizo innecesariamente larga la transición entre el fin de la dictadura de Rafael Trujillo en 1961 y la democracia en 1978”.

En una especie de sinfonía interpretada por una orquesta formada por músicos agrupados en diferentes escenarios, vamos conociendo el desarrollo de la partitura por escenas que se producen, simultáneamente, en la Oficina Oval de la Casa Blanca, la Embajada norteamericana en Santo Domingo, el cuartel general de la CIA en Washington, la reclusión política de Juan Bosch en San Juan Puerto Rico y las acciones que se desarrollaban en la zona constitucionalista y en San Isidro. Con la maestría de un director de orquesta experimentado, apoyado en una profusa base de informaciones, Bernardo describe lo que va sucediendo, paso a paso, en cada uno de estos escenarios y que terminan siendo determinantes para el curso de los acontecimientos y de nuestro porvenir político.

Cuatro razones principales fueron presentadas para justificar la invasión: 1) la preservación de la vida de ciudadanos estadounidenses y de otras nacionalidades al inicio del levantamiento armado; 2) “el convencimiento de Johnson y sus asesores, incluyendo todo el equipo de su embajada en Santo Domingo, de que la revolución de abril había  caído bajo el control de grupos comunistas”; 3) “si Bosch retornaba al poder pronto sería controlado por los comunistas, ya que estaría en deuda con ellos por el apoyo que habían dado a la revolución”; 4) “los reportes sobre atrocidades” supuestamente cometidas por las fuerzas revolucionarias.

A través de la obra el autor va desmontando los argumentos que se esgrimieron para la intervención, utilizando material desclasificado de los archivos de diferentes fuentes, abarcando numerosos informes de la CIA, conversaciones telefónicas entre los funcionarios de la administración Johnson que manejaron junto al Presidente la crisis y entrevistas con muchos de los líderes del movimiento revolucionario, civiles y militares.

La preservación de vidas de ciudadanos norteamericanos y de otros países, más que un argumento fue una simple excusa para tratar de justificar la primera fase de la invasión militar. Los reportes de la CIA, en los que se basaron fundamentalmente las decisiones de la administración Johnson, tenían el sesgo de que analizaban “casi exclusivamente el papel de los comunistas y no el de los líderes militares de la revolución, quienes en todo momento mantuvieron el control militar y político del movimiento”.

Por otra parte, el prejuicio de que Bosch era un iluso y sin determinación para ejercer el poder, sobre todo contra los comunistas, lo tenía Johnson desde que asistió a su juramentación como Presidente de la República en 1963. Por eso no hubo contacto oficial del gobierno norteamericano  con Bosch, a pesar de que el objetivo del movimiento era su retorno al poder y la conclusión del período por que fuera electo democráticamente, interrumpido por un golpe de Estado. La lectura de este libro explica las razones por las cuales en las elecciones de 1966 el gobierno de Estados Unidos presidido, por Lindon Johnson, optó por uno de los candidatos y desarrolló acciones que fueron determinantes en el triunfo de Balaguer y en la derrota de Bosch.

Respecto a las atrocidades cometidas por los constitucionalistas, Lowenthal expresará años después que “A pesar de los intensos esfuerzos de oficiales norteamericanos por encontrar evidencias que sustanciasen los alegados hechos de ese entonces, no parece haber indicios creíbles de ejecuciones políticas y ni siquiera de actos planeados o premeditados de violencia ocurridos en Santo Domingo durante los primeros días de la crisis de 1965. En visión retrospectiva, parece posible que cometieran más atrocidades las fuerzas anti rebeldes después de la intervención”.

Ninguno de los argumentos justificadores de la intervención queda en pie. El autor los va desmontando uno a uno apelando a informaciones poco conocidas, algunas totalmente desconocidas, y a testimonios posteriores de actores principales de aquella tragedia para nosotros y vergüenza histórica para Estados Unidos. Al final, todos los argumentos y razones para justificar la invasión militar y sofocamiento armado y político de una revuelta popular y democrática, terminan como simples pretextos. La historia se ha encargado de demostrar que todos eran falsos y que la administración Johnson sabía que lo eran, pero los siguió utilizando frente a la opinión pública, nacional e internacional, para encubrir la razón fundamental de la invasión: el temor a que se produjera una segunda Cuba en el Caribe.

Concluyo esta breve presentación compartiendo unas consideraciones sobre la trascendencia de un hecho en los acontecimientos históricos posteriores y una reflexión respecto a lo que pudo haber sucedido si se hubiera procedido de otra manera.

Aunque hay consenso en aceptar que los actores fundamentales de la historia son colectivos humanos, hay evidencias que nos invitan a reconocer que el protagonismo individual de personas en determinadas coyunturas tiene, al menos, una acción desencadenante en acontecimientos posteriores. Este fue el caso de la actuación del Embajador William Tapley Bennett en la reunión con el liderazgo del movimiento revolucionario el día 27 de abril en la Embajada norteamericana.

Los constitucionalistas fueron a solicitar de la Embajada su mediación para llegar a un acuerdo, dadas su ascendencia y colaboración con las fuerzas de San Isidro, y así evitar continuar con el derramamiento de sangre entre hermanos. La respuesta del Embajador, formulada en un tono denigrante, fue que en vez de negociación lo que procedía era la rendición.

Los militares, presididos por el Coronel Caamaño, después de escuchar la posición del Embajador Bennett, salen de la Embajada hacia el Puente Duarte con la firme decisión de combatir hasta la muerte y demostrar que buscaban un acuerdo no para preservar sus vidas sino la de muchos dominicanos. El curso de los acontecimientos pudo ser otro si otra hubiese sido la actitud del Embajador de Estados Unidos. Por eso,  en los anales de la diplomacia puede considerarse esta actuación del Embajador Tapley Bennett como “la gran oportunidad perdida”.

Aunque el historiador tiene que atenerse a los hechos, y ya sabemos lo que sucedió, me pareció que no sería del todo descabellado preguntarnos y tratar de responder a lo que hubiera podido pasar si Estados Unidos decide apoyar el movimiento constitucionalista y a sus líderes, precisamente para evitar la influencia de los comunistas y su posible dominio. Si la decisión era evitar que esto sucediera, cabe pensar que pudo haberse logrado de otra manera. ¿Es posible que se hubiera conseguido apoyando el movimiento en vez de enfrentándolo? El autor asume este reto al final de la obra y creo que aporta interesantes testimonios para la clarificación de esta interrogante. Pero como mi propósito es motivarles a que la lean, les invito a encontrar la respuesta en su lectura.

Gracia a Bernardo por este nuevo aporte al conocimiento de nuestra historia contemporánea, aportes que ya se están haciendo una tradición y por ello esperados, y a veces hasta exigidos. Cada cierto tiempo esperamos un nuevo libro de Bernardo y que sea igual o mejor que el anterior. Es el costo por los éxitos acumulados. Y gracias a todos ustedes por acompañarnos  y por la lectura que harán de esta importante obra.

Muchas gracias

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