Obra inconclusa

Obra inconclusa

La Restauración de la República, un hecho histórico que tiene como marca de referencia el 16 de agosto de 1863, debería inspirarnos en estos tiempos en que están en juego tantas de nuestras prerrogativas de nación independiente.

Para la época de los acontecimientos, era necesario desmontar el acto de entreguismo protagonizado por el general y entonces presidente Pedro Santana, quien el 18 de marzo de 1861 arriaba la enseña tricolor conquistada a sangre y fuego el 27 de febrero de 1844 por los independentistas, para enarbolar en su lugar la bandera de España y saciar sus ambiciones de poder.

Los actos de heroísmo que comenzaron a producirse desde entonces permitieron reafirmar a la República Dominicana como Estado independiente de toda dominación extranjera, condición por la cual derramaron su sangre muchos hombres y mujeres.

–II–

Aunque han cambiado los tiempos y las circunstancias, los dominicanos necesitamos inspirarnos en aquella gesta patriótica que tiene como referencia un día como hoy de 1861.

Sin duda, muchas de nuestras prerrogativas de independencia han sido erosionadas por omisión o comisión de gobernantes que ha tenido el país.

Las circunstancias nos colocan hoy ante formas de dominio muy diferentes a las que se daban cuando se produjo la anexión a España y los haitianos, aunque derrotados, continuaban siendo una amenaza.

Hoy por hoy los instrumentos de dominio tienen otros parámetros y la amenaza haitiana se manifiesta con otras vertientes y dimensiones. La inmigración furtiva ha reemplazado a las huestes armadas, pero la amenaza persiste aunque en otras condiciones.

Sin duda alguna ha habido cambio de circunstancias y diferencias de forma y procedimientos, pero las necesidades de restauración no han cambiado.

–III–

Nuestros esfuerzos principales deberían estar destinados a restaurar la fortaleza económica perdida, que determinaba los índices de confianza que garantizaba el país para la inversión.

Tenemos que pensar en la necesidad de restablecer la seguridad ciudadana, cada vez más amenazada por la delincuencia y la criminalidad, por la impunidad que parece proteger a los autores de actos de corrupción.

Sin duda hay que ponerle atención a esas actitudes de entreguismo que ha permitido el flujo incontenible de inmigrantes haitianos, por gente que les vende parte de nuestra soberanía al permitirles el paso a cambio de quién sabe cuánto. Eso, independientemente de la mengua de esa misma soberanía, hace el amo imperial que nos impone condiciones onerosas cuando de la defensa de sus intereses se trata.

Hoy conmemoramos aquellas luchas por la autonomía como nación, pero debemos enfrascarnos en otras luchas no sólo para preservar la condición restaurada, sino también para restaurar mucho de lo que hemos ido perdiendo a fuerza de no ser perennes restauradores.

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