MEXICO, AP. Las relaciones de corrupción y abuso de poder dentro de las escuelas son presentadas en la obra “Banda de guerra”, que se estrena el fin de semana en la Ciudad de México.
La obra surge en un país donde la líder del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación fue declarada culpable de lavado de dinero y delincuencia organizada, tras haber sido acusada del desvío de más de 2.000 millones de pesos. Un país donde 43 estudiantes de la escuela normal rural de Ayotzinapa continúan desaparecidos, y se presume fueron entregados al narcotráfico para ser ejecutados.
“Hablamos de la corrupción, del bullying, de la nula educación o la ignorancia de los maestros que intentan educar a jóvenes o niños cuando su propia educación es bastante elemental”, dijo durante un ensayo reciente la actriz Irela de Villers, quien interpreta a una maestra de historia que sostiene una relación sentimental con su director (Alberto Estrella), en una escuela militarizada donde han aceptado a un estudiante ligado con el narcotráfico (Erick Israel Consuelo) con tal de ascender en el sindicato de maestros.
“Es más importante la política que ellos hacen como magisterio que los niños”, dijo Villers de la obra. De acuerdo con cifras divulgadas a mediados de 2014, México obtuvo los peores resultados en seguridad y educación en el Índice Para una Vida Mejor realizado por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos.
Además, en el Estudio Internacional sobre la Enseñanza y el Aprendizaje (TALIS, por sus siglas en inglés) realizado por la OCDE con datos de 34 países, México presenta el nivel más bajo de profesores que completaron una educación magisterial (61.5%), y junto con Brasil es de los países con mayor nivel de ausentismo, vandalismo, intimidación verbal, violencia física y uso o posesión de drogas, de acuerdo con directores de escuelas consultados en el estudio.
“Esta historia está situada en una escuela pero podría ser en una oficina o en la misma casa. Nos habla esta historia del sueño enfermizo de querer tener el poder y de cómo acceder a él de distintas formas”, dijo el actor Erick Israel Consuelo, quien encarna a Emilio.
“Emilio tiene que ver con todos estos personajes de la vida real que han sido callados por saber muchas cosas: periodistas, los 43 desaparecidos y más. ¿Cuánta gente no ha sido callada por levantar la voz?”, agregó. “Este es el caso metafóricamente en la historia de Emilio”. “Banda de guerra”, que se presenta en el teatro Julio Castillo de la Ciudad de México, surgió de una plática entre Villers y el dramaturgo Luis Ayhllón, quien la escribió el año pasado.
El argumento coincide con temas polémicos de la política mexicana como la desaparición de estudiantes, el encarcelamiento de la líder sindical y una controversial mansión que habría llevado a que el presidente de México pida que se investigue si ha incurrido en conflictos de interés como funcionario.
Villers señaló que Ayhllón escribió el argumento antes de que ocurrieran dichos sucesos. “Es muy extraño, es como si el inconsciente colectivo estuviera ahí y Ayhllón lo capta”, dijo Villers. Para el director Mauricio Jiménez el bullying, otro de los temas presentes en la obra, es sólo la punta del iceberg de lo que viven los estudiantes en México. “Es un foco de alarma que en nuestras escuelas nuestros niños, nuestra juventud esté consumida y carcomida por la violencia en ese grado de gratuidad y de estupidez”, se lamentó.
El elenco lo completan Ángel Lara, Adán Aguilar, Carlos Huber, José Martínez, Francisco Medina, Fabrizio Grajeda, Diego Thomé y César René Pérez, jóvenes actores egresados de la Escuela Nacional de Arte Teatral.
El título de la obra surge de las bandas estudiantiles que suelen tocar el himno nacional y otras piezas durante ceremonias escolares, conocidas tradicionalmente como bandas de guerra. Para la obra los actores aprendieron a tocar sus instrumentos con una banda de guerra verdadera de una secundaria.
La escenografía muestra una escuela sin terminar de construir, con bancas arrumbadas e instalaciones descuidadas, que se asemeja a muchas escuelas públicas de la actualidad. La imagen es muy distinta a la de la secundaria pública en la que estudió el director en Amilcingo, en el estado central de Morelos.
“Una escuela maravillosa, ejemplar, nadie me cree pero bueno, yo iba al baño y había papel y no había una sola raya en ninguna pinche pared, los salones y todo era limpio, teníamos cancha de atletismo, teníamos cancha de fútbol profesional, teníamos un jardín botánico que nosotros mismos construimos y teníamos una banda de guerra que era impecable”, dijo Jiménez. “Por eso me duele tanto esta obra, porque yo no viví la secundaria así, yo la viví feliz y fue uno de los grandes momentos de mi vida”.