El Caribe, cada vez más vigente, tanto en la literatura como en las artes plásticas y visuales, es detectado por los galeristas como un tema actual y de gran importancia. Juan José Mesa en su espacio Mesa Fine Art, nos tiene acostumbrados a las citas, conversatorios y exposiciones con artistas insulares. Durante este mes nos presenta a dos artistas de cercana generación: Marcos Alegría, de Puerto Rico, y Said Musa, de República Dominicana.
Said Musa, tiene la ventaja de manejar con destreza más de un oficio de las bellas artes. Más conocido como ceramista que como pintor; pero sin embargo, sus obras pictóricas siempre fluyen en este medio. Estas arrastran un gran colorido y sus figuraciones siempre nos han recordado al maestro Chagall.
Ver una pintura de Said Musa llama a evidenciar la relación que los maestros de las transvanguardias europeas han reflejado en las obras contemporáneas de América Latina, pero también, de horizontes más alejados de países en vías de desarrollo.
Estos pequeños formatos que se exhiben en las actuales obras expuestas de Musa se acercan a los de la etapa lúdica del circo y del teatro que tanto inspiró a los cubistas, pero además, se imponen los personajes zoomórficos como el Pegaso, el minotauro y los alegóricos caballitos de madera con el balanceo de las bases de madera que mecieron los sueños de nuestra infancia.
Sin embargo, en el conjunto de sus cuadros Said Musa ha dirigido su paleta hacia los colores de la tierra , los tonos ocre, los que acompañan sus composiciones dándoles más luces y más espacio.
Parece ser que la invitación a formatos pequeños lleva a este artista a pensar en la eficiencia de la utilización de la tela.
Marcos Alegría, invitado especial de Puerto Rico, nos ofrece una compresión visual donde los personajes, seres míticos o bíblicos, se entrelazan como si fuesen llevados en un arca imaginario, representando al éxodo de la humanidad. Cada cuadro tiene un fraccionamiento marcado por un trazo negro que indica totalidad, como si se tratara de una serie de vitrales.
Estamos en un mundo místico en el que el mar transmite el movimiento constante de la humanidad. En las excelentes obras de Alegría, hemos encontrado reminiscencias de la división de la tela, tal como lo hacían los nuevos realistas, pero también, la nueva pintura de los 90. La tendencia de la nouvelle peinture ha sido fuertemente influenciada en Europa por Erró, el artista islandés, pero también por los maestros Di Rosa y Combas.
Pero, la obra de Alegría se viste de espiritualidad, de una energía particular que se sella con el trabajo de este artista que tiene una sólida formación como dibujante, y que además experimenta y ha experimentado el volumen en sus obras escultóricas. Como la mayoría de los miembros de la nueva pintura el fraccionamiento de los colores marcados en territorios de trazos y brochezazos ubicando siempre la luz en el centro y los contrastes en el fondo que le permiten a esta obra y a este artista una peculiar factura que muchos artistas latinoamericanos, sin obligatoriamente conocerse a través de las obras, han logrado. Igual ocurre con los artistas pintores de la Escuela de Oaxaca, Méjico, en los 90; pero también, con el realismo expresionista alemán y en la nueva figuración francesa.
Es de pensar que la pintura en todos los puntos del planeta se mantiene viva, y que frente a experiencias como la de Marcos Alegría y Said Musa, artistas en los que a través de sus pinturas sentimos que describen y narran el mundo con recursos gráficos que permiten interpretar la obra en un nivel onírico y formal.
Estos dos artistas que hoy exponen juntos, tienen obviamente, un gran manejo de otras materias. Said Musa ha marcado en la sociedad dominicana el arte y el oficio de la tradición mudéjar del azulejo transplantado a América. Indiscutiblemente, las geometrías encontradas en las cerámicas y azulejos históricos han acercado a Musa a la relación de la fragmentación y de la totalidad, que más tarde lo han llevado a dejarse seducir por los mecanismos de composición y descomposición de los cubistas.
Los pequeños formatos exhibidos en esta exposición, seguramente significaron para él regresar al espacio llano que conoce muy bien, e imponerse la restricción en la que ha logrado acertar una totalidad.
Marcos Alegría no es ajeno a la parcelación de la composición, ya que ha heredado de los maestros vitralistas o vidrieristas ese juego de integración que en los vitrales se ajustan a través del trazo negro de la fundición metálica y que en estas recientes obras es obvio que el color surge o lo saca de la negritud y que ese mismo trazo divide los espacios cromáticos y geométricos de cada una de sus obras.
Nos parece muy acertado crear este diálogo entre dos artistas caribeños-insulares, cuyas obras vistas cada una desde su propia perspectiva significan la posibilidad de visualizar el desenvolvimiento de dos facturas muy diferentes, pero que en términos formales y de oficio significan tanto en Said Musa como en Marcos Alegría, el dominio del arte y del oficio.
Este cara a cara plástico y visual, señala una vez más la necesidad del diálogo y del encuentro de los caribeños. El Caribe mare-nostrum nos dice que ni la insularidad ni los vientos y mareas son obstáculos para que los caribeños se conozcan más y se den la mano
Aquí, en República Dominicana desde la última V Bienal del Caribe, nos mantenemos con la esperanza de recibir nuevamente acontecimientos artísticos que nos ayuden a integrarnos en la mesa de la convivencia y de la globalización cultural.
República Dominicana tiene un interés particular en abrirse más a la región a la cual pertenece.