Obras y autores contextualistas (1 de 3)

Obras y autores contextualistas (1 de 3)

DIÓGENES CÉSPEDES
Cayo Claudio Espinal. Nació en San Francisco de Macorís el 8 de enero de 1955. Abogado. Ha publicado los siguientes libros. “Banquetes de aflicción”, 1979, con el cual ganó el premio de poesía Siboney; “Utopía de los vínculos”, 1982; “Comedio”, 1993 y “La mampara”, 2002. Fue presidente del Consejo Presidencial de Cultura, de 1999 a 2000. Luego, subsecretario de Relaciones Exteriores y a partir de 2006, subsecretario de Educación Superior, Ciencia y Tecnología.

En el pórtico de su último libro, “La mampara”, Espinal esboza, como fundador del Movimiento Contextualista, la estrategia experimental tanto de su obra como la de los demás miembros: “La Mampara (en el País de lo Nulo) es un texto, cuya contextualidad, su eje creativo central, se mueve a través de los géneros, artes y textualidades diversas, con subtítulos incidentales, dejando flotar sus paradójicas voces, cuyos sentidos, individuales se suman, como un coro delirante, teniendo como contexto epifánico a la ciencia.”

Es una novedad que la cultura dominicana esta integración de las demás artes y ciencias como discurso real, no invocado, sino transcrito en los espacios marginales del libro, o a veces en el espacio central dedicado a la elaboración de la ficción en cada obra poética contextualista y referencial porque sitúa el contrapunto teórico y cultural del sujeto que escribe y obliga al lector a compartir, casi obligado, un estado de situación de los demás discursos artísticos o científicos puestos en dichos márgenes. Por ejemplo, “La mampara” se mueve alrededor de ensayo científico “El pseudos-hermafroditismo de las Salinas, Barahona”, de los médicos investigadores Julianne Imperato-Macginley, Luis A. Guerrero, Teófilo Gautier Abreu y Ralph E. Peterson.

Pero ese discurso médico no es el único contexto, sino que aparecen decenas de discursos en los márgenes: geometría matemática, física cuántica, diccionario contextualista, pintura, dibujo, budismo zen, culturas africanas (los masai), para no situar más que unos cuantos contextos que funcionan como generadores o productores de sentidos de la gran ficción que el poeta arma de principio a fin para montar su gran espectáculo de risa que es nuestra contemporaneidad y, por qué no, nuestro pasado. Y bailando la danza de la ficción, la imaginación desbordante del poeta que vuela, elíptica y sintéticamente, en torno a los diferentes estadios de la poesía y la literatura, virando lo que no sirve y acogiendo, con simpatía, las ideas que en el transcurso de los siglos han transformado al ser humano.

En un libro tan vasto (casi 400 páginas, no puedo presentar sino un mini-resumen de la propuesta de Espinal, la cual radica en transformar los sentidos que ha encontrado en su cultura como parálisis ideológica, mitos y creencias. He aquí el ejemplo final con el cual les dejo, no sin invitarles a leer esta obra del poeta y las demás que comentaré en estas crónicas: “Contemplo entonces la composición del cuadro…, distanciándome y acercándome, como para precisar la cantidad de universo. El hombre vive como si fuera eterno, la gente asciende a la primera cumbre y ya supone que es el propio Dios (risas) pero sólo verificando la verdad de las perspectivas de la realidad se va la vida, y duelen más, al final, los puntos de fuga (oh, la sabiduría y la belleza y las clámides de la guerra), no bien descansamos del gesto creador de la civilización, y de las otras calculadas mímicas, y ya pasa el hombre, irredimible, a comprobar las consecuencias más complejas, su salvaje propiedad, y sobreviva lo que sobreviva, la obra humana nos obliga a colocarnos las propias manos en la cabeza, y nos vemos interminablemente bregando con lloro: se toca piano con lo tenso, y es como si hubiésemos dado la razón a la violencia.”

HECTOR AMARANTE. Nació en San Francisco de Macorís el 3 de mayo de 1944. Reside en Perú, donde es Ministro Consejero de la Embajada Dominicana. Vivió varios años en Nueva York. Estudió Medicina y Letras en la Universidad Autónoma de Santo Domingo en los años 70. Ha publicado “Retratos”, cuentos, 1972; “Ritos”, novela, 1981, con la cual ganó el premio nacional de novela otorgado por la Secretaría de Educación, así como varios ensayos sobre la novela tradicional dominicana.

De su libro contextualista titulado “Ka-Luanri”, publicado en 2004, vale la pena citar, como ejemplo de transformación de ideologías, los fragmentos siguientes. 1. “Los seres se sienten libres de las ataduras de todo/Génesis/¡Y de todo Apocalipsis!/Nada ha sido revelado/Pero toda revelación lo es en ausencia de opuestos/ La luz hizo desaparecer la idea del origen y del final/De lo mal y del bien, de lo alto y lo bajo, de lo fuerte y lo débil/también la idea de las religiones, y en una palabra/¿palPalabra?/sólo existe una sola: luz/Al fin, libres de chamanes, de ritos, a no ser el de la/luz en ser luz/ ¡Oh, sistema luksiphi Ka-Luanri Pili en tu/seno/han desaparecido los chamanes!/Todo está libre de los ethos del poder y de la antiluz/ referida al temor.”

2. “Recordad siempre, los cultos se forman, no para descubrir la verdad, sino más bien para promulgar sus credos/… La religión siempre ha sido en gran parte asunto de ritos, rituales, observancias, ceremonias y dogmas. Ha estado generalmente contaminada por ese error persistente y originador de perversidades, la ilusión de ser el pueblo elegido. (Las ideas religiosas) se remontan a los tiempos primitivos del temor primordial a los fantasmas. La religión primitiva no es más ni menos que la lucha/por la existencia material ampliada para incluir la existencia más allá de la tumba.” 3. “Luz: núcleo de la auténtica libertad; fuera la tiranía/ de las causas y las casualidades/ sólo existe una religión: toda luz/Religión sin temor, libres de redención ni culpa/Ausencias de sacerdocios, de profetas, de reyes/ de mesías/Las tiranías de las trascendencias de lo divino ya no eran/La divinidad de la luz triunfó en este Cuarto Sol/Todo luz, siendo luz, es luz. ¿Una nueva idea de Dios?/Toda religión, ahora, es luz no atemorizante.” 4. “Las palabras del único idioma funcionan en relación/a descomposición en colores y las palabras no existen/sino sus colores mediante los cuales significan, y así se/descompone la luz/para significar lo que parece realización de lenguas/los idiomas son descomposiciones áureas. No hay/idiomas articulados, no hay realización de lenguas.”

Tremendo asunto problematizado por Amarante. Saussure dijo que el lenguaje era pura forma. Meschonnic ha planteado, entonces, a partir de ahí, que el lenguaje es pura significancia. Entonces no hay significado, ni forma ni contenido. Sino sentidos en el discurso. El sentido es pura forma, entonces. Lo cual elimina la doble articulación de las lenguas que está en Saussure, Martinet y toda la lingüística metafísica. El poeta Amarante transforma la ideología inscrita en las poéticas y los poemas escritos en idioma español sobre este particular.

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