Obsolescencia del Instituto Agrario

Obsolescencia del Instituto Agrario

El Instituto Agrario Dominicano (IAD), que desde hace tiempo no es instituto ni agrario, y de dominicano solo tiene el nombre, es una dependencia estatal obsoleta, fuera del contexto de la economía actual y su defunción debe ceremoniarla el presidente Leonel Fernández.

Apuesto a que ningún lector recuerda la última vez que un presidente asistió a un reparto tosco de tierras a un grupo de campesinos, sin verificar si eran agricultores, que los primeros son los que residen en la zona rural y los segundos los que tienen vocación de hacer producir la tierra o criar animales.

El actual incumbente de ese adefesio que es el IAD, esa caricatura grotesca de lo que siempre ha pretendido ser y no es por ausencia de estructuralismo idóneo, es un veterano de esas lides, porque condujo el IAD en la etapa jurásica en que transitaban por la Tierra lagartos impresionantes con cocotes larguísimos, y sabe que cuanto expreso es cierto.

En efecto, el ingeniero Frank Rodríguez observó en Israel, cuando era ministro de Agricultura, el que luego se convirtió en un repulsivo genocida, Ariel Sharón, cómo es que en verdad funciona en positivo un proyecto agrario, como solo hay dos referencias más, Japón Taiwán, que Frank también conoce perfectamente.

Cierta que la culpa de la obsolescencia del IAD no es de Frank, sino de todos los gobernantes que no impulsaron los modelos de asentamientos agrarios como los de esos tres países líderes en esa asignatura.

Con el IAD como con el INESPRE, otra dependencia estatal gris, nebulosa, acontece idéntico, y ambos el presidente Leonel debiera animarse, envalentonarse, y decidir qué tanto el uno como el otro se integren como segmentos de la Secretaría de Agricultura, el primero, como soporte a los productores y el segundo como los eficaces mercados de productores de la SEA.

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