Obstáculo de Carstens

Obstáculo de Carstens

Librado a su suerte, contra Agustín Carstens ha pesado increíble fataIidad. Por supuesto, no ha sido su obesidad. Tampoco la nacionalidad. Un lusoiberoamericano fue elegido hace pocas horas como director general de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO). Contra Carstens pesó el hecho de que la banca mexicana no le prestó a los griegos y que se presentó él como candidato a la jefatura del Fondo Monetario Internacional (FMI).

El problema con la gerencia del FMI es un problema de deuda. La banca privada europea es tenedora de papeles comerciales diversos de Grecia, Portugal, España e Irlanda. Ángela Merkel, que aprendió en la Alemania Oriental, en cuyo seccionado territorio nació y se crió, el valor del ahorro. No cree en el desorden económico de los países sujetos a encaje. Por tanto, presionó para que fuese un europeo el  director gerente del FMI. Una francesa, Christine Lagarde, sustituye a un francés, Dominique Strauss-Khan, ido del cargo por enojoso escándalo.

Visto de lejos, el caso del derrotado aspirante mexicano me recuerda mucho al de Víctor Gómez Bergés a la Secretaría General de la Organización de Estados Americanos (OEA). Con una diferencia, Víctor se empeñó en una campaña de promoción que no la hizo Carstens. Recuerdo la tarde en que, cerca de la primera ronda de votación, encontré a Víctor en mi casa. Ansioso, deseaba comunicarle al Presidente Joaquín Balaguer de sus aspiraciones y obtener su apoyo.

También recuerdo que, asombrado, le dije que su lanzamiento sin consulta lo condenaba. Balaguer era hombre celoso, le dije, y habría de sentirse relegado siendo él, jefe de la diplomacia nacional. Y así fue, cuando esa noche hablé con el mandatario, me dijo que Víctor, que se había promocionado sin hablarle, debía continuar de este modo.

José Graziano Da Silva es el nuevo director general de la FAO. Pero como muy bien dijo su contrincante derrotado, el español, Miguel Ángel Moratinos, a Da Silva lo respaldó “el sur”. Con esta expresión aludió Moratinos a los países de menor desarrollo relativo, con cuyos representantes se habló previamente. El triunfo, por cierto, fue pírrico, pues la diferencia de votos entre uno y otro fue de cuatro, entre 180 delegados. Pero Da Silva ganó.

Por consiguiente, la cuestión no está en que Carstens fuera mexicano o esté sobrepasado de libras. Tampoco que la secretaría del Tesoro de Estados Unidos de Norteamérica encontrase a Lagarde como “excepcionalmente dotada”. El principal obstáculo de Carstens fue la falta de endoso de su candidatura por parte del gobierno de los estados unidos de México. Y de otros de nuestros gobiernos. Debido a esta falta de respaldo, por no haberlo procurado conforme los procedimientos adecuados, Lagarde ganó.

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