La imaginación vuela y en las serranías ocoeñas se escucha el enojo del viento, ¡Ofrézcome!, parece repetir el eco que pretende imitar la voz del padre Luis Quinn con su invariable expresión ante el asombro, al ver u oír algo que le complacía o desagradaba. ¡Ofrézcome! ¿Qué hacen ustedes en La Horma, por qué estar subiendo, subiendo sin parar a lo alto de la loma?
El cultivo de hortalizas y aguacates sin técnicas de conservación desprende la capa vegetal de los suelos en altas montañas de la provincia de San José de Ocoa, particularmente en La Horma, erosión que el sacerdote padecía como si le arrancaran su propia piel.
¡Ofrézcome!, parece oírse en otra dirección del paisaje ocoeño, donde el sonido avanza entre pinares y cafetales con un tono de agrado por el refrescante verdor de las reforestadas montañas de Tumbaca y La Meliá, en Los Martínez, donde tras dejar descansar esa loma de la “tumba y quema”, los campesinos vieron el retorno de las aguas.
Patrimonio verde. El Padre Luis defendió sin desmayo el patrimonio verde de Ocoa, impulsó proyectos para fomentar la agricultura y, a la vez, conservar los recursos naturales.
Sabía que el ser humano y la naturaleza no pueden disociarse, que la calidad de vida de la gente tiene nexos intrínsecos con su medio ambiental, que existe una correlación con la conservación de su hábitat.
Priorizó acciones contra la degradante pobreza, defendiendo a la par el patrimonio verde en esas tierras montañosas. Enfrentó la deforestación, erosión y sedimentación, la desaparición de las fuentes de agua y la pérdida de la biodiversidad.
Presentaba en la misa dos matitas, simbolizando la naturaleza, la gratitud al Creador y un llamado a la preservación ambiental, defendida junto a los campesinos a quienes la pobreza inducía a una agricultura migratoria sin técnicas que viabilizaran sus siembras y cosechas.
Innegociable. La Asociación para el Desarrollo de San José de Ocoa (Adesjo) prosigue las jornadas de reforestación y recuperación de las cuencas hidrográficas, un propósito innegociable de esa institución desde sus inicios, acorde con sus directivos.
Una firme determinación, expresada en las prácticas conservacionistas aplicadas en sus proyectos, pero hay acciones que escapan a su jurisdicción, al ser competencia gubernamental.
El Padre Luis y su equipo fueron pioneros en la protección de los recursos naturales, construyeron gaviones en los ríos Ocoa y Nizao, fomentaron viveros, la arborización y protección de suelos, así como franjas de contención de incendios forestales, además de impulsar el proyecto de Manejo de Recursos Naturales (Marena).
El nivel de erosión en Ocoa no es ni el 20% del que pudiera haber si no hubiese la conciencia que el Padre Luis sembró y que tiene la comunidad, afirma Roberto Santana, asesor de la Adesjo.
La mitad la población capitaleña -agrega- no tuviera agua si no se hubiera hecho el trabajo de casi 50 años para que los campesinos protegieran los bosques, los de Monte Bonito y la parte este del parque nacional de Valle Nuevo, los del noroeste de Rancho Arriba, donde nace el río Nizao.
Esa agua -indica- está protegida por la conciencia de los campesinos, aún con la actividad agrícola que desarrollan, la que, no obstante, debe ser más regulada, eso hay que resolverlo de manera definitiva.
Esa conciencia se mantiene, pero la destrucción de bosques y suelos hace estragos con la incursión de empresarios agrícolas a altas montañas.
La zona más devastada es La Horma, ha habido tradición de hortalizas, cebollas, papas, y en los últimos años aguacate. El mayor problema está en el cumplimiento de la ley, el Banco Agrícola no debe dar préstamos para cultivos en áreas prohibidas, ni permitirlo sin prácticas de conservación los ministerios de Agricultura y Medio Ambiente, el cual otorga los permisos, inclusive para reemplazar cultivos en terrenos no aptos.
En La Horma se están reemplazando bosques naturales oriundos de esa zona para siembras de aguacate, limón, naranja, eliminando un bosque natural autónomo que es el que sostiene esos suelos. En tal situación la acción del Gobierno es determinante. La política estatal tiene que ser revisada para detener la devastación ambiental.
Déficit hídrico. La avalancha de inversiones en la siembra de aguacates, hortalizas y otros rubros sin conservación de suelos, incrementará el déficit de agua.
Pese a tener Ocoa buenos ríos, persiste un déficit hídrico bastante fuerte, dice Milcíades Mejía, asesor de Adesjo, al indicar que se necesita un acueducto provincial, pero ¿y el agua, dónde se obtiene? Responde que esa fuente no puede ser el río Ocoa, una cuenca hidrográfica de la que hace tiempo planteó declararla zona de desastre ecológico, por su deterioro ambiental.
Dada la topografía de la provincia y aumento poblacional, cerca de 60 mil habitantes en los que predomina la vocación agrícola, la producción en alta montaña es una situación a la que hay que buscar solución, reforestar, cambiar cultivos por otros más sostenibles, conservar parques de bosques de donde nacen las fuentes hídricas,
De lo contrario, advierte, Ocoa va tener un problema ambiental muy fuerte. Además, están los vertederos, que también afectan las aguas, como los ubicados en la cabecera de los ríos Ocoa y Nizao.
El río Ocoa está afectado por la gran cantidad de pesticidas usados en las altas montañas, se requieren estudios que determinen lo que arrojan esos contaminantes y la polución derivada de los componentes orgánicos.
El río Nizao es uno los afluentes más aprovechados, pero su cuenca alta no está debidamente reforestada, muchos de esos terrenos de protección se utilizan en la agricultura. En Rancho Arriba, un valle muy productivo atravesado por los ríos Banilejo y el Nizao, el crecimiento demográfico y el desarrollo agrícola y social amenazarán la calidad del agua que va al acueducto de Santo Domingo.
¡Ofrézcome!
El boom del aguacate, una amenaza para suelos y aguas
Generando cuantiosas riquezas, las siembras de aguacate ganan espacio en la provincia de San José de Ocoa, con el agravante de que, además de ser un producto de muy alta demanda hídrica, en gran medida se cultiva en tierras altas sin técnicas conservacionistas que contrarresten la erosión de los suelos y consecuentes daños en la pérdida de la capa vegetal y retención de las lluvias.
Esa provincia tiene casi 30 mil tareas de tierra sembradas de aguacate, actividad altamente rentable, que ha conducido a deforestar terrenos, a la sustitución de cultivos de diferentes rubros por aguacate, el cual consume mucha agua, producir un kilo requiere 72 litros de agua. Entre las variedades sembradas está la denominada Hass, que exige elevaciones de 900 metros sobre nivel del mar. Es el llamado aguacatico, daña los suelos en pendientes altas, porque hay mucha precipitación, explica Milcíades Mejía y agrega:
Una respuesta para reducir la erosión sería una cubierta de césped, algún tipo de yerba, aunque tengan que utilizar un poco más de fertilizantes, a causa de la grama. Es posible establecer plantaciones sostenibles con buenas prácticas agrícolas, aplicar técnicas de laderas, barreras, zanjas, abono orgánico. Sin esos requisitos, como ahora ocurre, no debe promoverse su siembra, ni dar permiso para nuevas áreas, debe ser con medidas de conservación de suelos, reducción de agroquímicos, entre otras recomendaciones.
Hace casi un año, en julio de 2018, el ministro de Medio Ambiente, Ángel Estévez, se reunió con campesinos de La Horma, a los que prometió soluciones sostenibles, proyectos de frutales, viveros y otras medidas que aún se aguardan.
1. Parque Luis Quinn
Esta reserva tiene bosques naturales con la particularidad de concentrar muchos cafetales, pero con el agravante de que hay muchas personas dentro. De ahí surgen fuentes de agua como Arroyo Jigüey y el río Recodo que proceden de la parte norte de Baní. Una serie de arroyos muy importantes proceden de ese casquete que hay que proteger para que la cubierta vegetal de toda esa zona se mantenga en un nivel aceptable y siempre haya seguridad hídrica.
2. Presencia campesina
Existe un sistema de co-manejo de ese parque donde participan instituciones de Ocoa, Baní y San Cristóbal, las que tendrán que lidiar con la presencia de campesinos, muchos tienen títulos de propiedad de terrenos utilizados en agricultura y pastoreo. No se podrían desalojar si tienen un derecho adquirido, pero hay que proteger esos predios con cultivos perennes, como café, que no impactan tanto la calidad de las aguas.
3. Protección de cafetales
Adesjo sometió una propuesta al programa agroforestal gubernamental para un plan de recuperación de cafetales, que incluye creación de viveros, apoyo a pequeños caficultores con financiamiento y asesoría técnica. El café tiene la ventaja de consumir menos agua, y conserva los suelos, entra en un ecosistema con otras plantaciones, la guama, su sombra natural, además de guineo, plátano y yautía, frutales, jengibre, higuereta.
4. Contaminantes
La polución por combustibles con el lavado de vehículos en los ríos hay que evitarla, llevarla a la conciencia colectiva. Una gota de aceite contamina cinco y seis galones de agua, es un impacto fuerte sobre la biodiversidad. En Nizao, Las Auyamas y Rancho Arriba están dando un tratamiento especial a los envases plásticos de pesticidas y herbicidas, muy contaminantes.