Octavio Paz,crítico del estalinismo

Octavio Paz,crítico del estalinismo

POR DIÓGENES CÉSPEDES
Puesto que el socialismo impuesto burocráticamente por Stalin en los demás países bajo su órbita había pasado a ser un capítulo olvidado y aceptado por todos, –al igual que el levantamiento húngaro en 1956–, la invasión de Checoslovaquia vino a atizar de nuevo el inconsciente reprimido de la libertad del hombre bajo el socialismo, al igual que en los Estados Unidos la “guerra fría” y la guerra de Corea fueron capítulos del patriotismo y la felicidad del sistema –legitimado por Hollywood y los medios de comunicación masiva– que también habían pasado al inconsciente colectivo. Pero de pronto vinieron esos mismos medios de comunicación a ofrecerle cada día al espectador norteamericano y mundial, directamente y “en vivo”, los horrores de la guerra de Vietnam.

Con la derrota norteamericana terminó la era feliz de la acumulación a escala mundial como inconsciente norteamericano. Pero frente a la derrota total del imperio más grande del mundo, la ideología actual de esa sociedad se contenta con recrear películas cuyas escenas ocurren en Vietnam o el sudeste asiático en las cuales el héroe, solitario y armado hasta los dientes, gana una partida contra el socialismo y regresa victorioso al seno de la sociedad norteamericana. Pero esa dimensión de lo imaginario sólo adquiere “realidad” en la película, tanto en el sentido de materia prima como en el de obra cinematográfica.  O por otro lado, los ideólogos e intelectuales orgánicos de esa sociedad se contentan con recrear mundos de extraterrestres cuyo funcionamiento es infundir el terror y el miedo al norteamericano medio para que sienta, ante la incertidumbre del porvenir (lleno de crisis, terrorismo político y revueltas anti-imperiales) la necesidad de que el Estado le proteja. Por otro lado, está la evasión de la realidad cotidiana en Norteamérica con películas que ilustran el origen del hombre y la sociedad como resultado o producto histórico de la fuerza bruta y la conquista de las “hordas primitivas” por un “primitivo” más fuerte, inteligente y civilizado.  

En este contexto se debaten hoy las posiciones de los intelectuales latinoamericanos, muchos de los cuales no fueron capaces de situar críticamente los efectos políticos  e ideológicos de los sistemas sociales que se disputaron  el dominio de los hombres y las naciones en nuestro sistema planetario. Nuestros intelectuales quedaron adheridos a un sistema o a otro, alabando por aquí y por allá las virtudes o los defectos de ambos según quien pagara. Incluso nos encontramos con un tercer tipo de intelectual que al ser crítico frente  a ambos sistemas fue incapaz de construir una teoría que  situara la política y la ideología de todo sistema social capaz de generar los instrumentalismos que aplastan al sujeto y tratan de reducirle a la unidad, la verdad y la totalidad del Estado. No han entendido todavía esos intelectuales que el instrumentalismo es el esquema universal de todo tipo de poder.

 Me parece que el trabajo de crítica  a los discursos críticos  de Paz y Vargas Llosa por un lado, y de Cortázar y García Márquez por el otro, deben encontrar su historicidad, a fin de ver si su vivir-decir y su vivir-escribir son homología o heterogeneidad frente a lo social y la vida y determinar el porqué .

 En este sentido postulo que la crítica política en y por lo poético en Paz le sitúa, y se sitúa él mismo, dentro de este tipo de intelectual hispanoamericano que ha accedido a la crítica de los sistemas sumarios o geométricos como él les llama, pero que aunque ha planteado la utopía de los múltiple no ha podido, sin embargo, desembarazarse de una nostalgia de la democracia representativa como opción frente al socialismo ante el famoso “sí” de la historia .

 Quizá porque Paz pasó temprano por la crítica del socialismo –a través de su experiencia surrealista y posurrealista– sea tan difícil encontrar en su obra crítica una posición política anterior a 1967 con respecto a la revolución cubana, pero sí  desde de 1971, en todo caso . Pareciera como si Paz se hubiera dado por estrategia la premisa de que “lo principal arrastra consigo lo accesorio” para criticar, en primer momento, el sistema socialista soviético y por implicación a los demás países donde impera semejante régimen político. Esto podría explicar, en la mayoría de sus libros, el silencio sobre Cuba hasta un determinado momento.

 En un texto como Las peras del olmo , cuyos artículos están fechados  desde 1938, Paz se permite esa crítica contra los sistemas totalitarios. Por ejemplo, en “Saludo a León Felipe”, escrito en México en 1938, todavía no terminada la guerra civil, Paz proclama: “La Justicia nos llama a todos, al inteligente y al imbécil, al puro y al impuro, al hombre recto y al pecador. Aquel que no oye  su llamado es un fariseo o un canalla, y está podrido y desecho. Por eso desde la guerra de España los hombres de toda la tierra estamos partidos por una línea inexorable e inmutable: la línea del corazón. Los que escuchamos, y los sordos. O los que se hacen sordos a la sangre y la muerte: ensordecidos, y por eso peores que los sordos de nacimiento.” (p.191)

 Sobre Machado, Paz señala en 1951 que realmente vivió al morir dos días después de cruzar la frontera francesa con los últimos vestigios del Ejército Popular y que “en 1936, a la luz del incendio de las iglesias, el poeta pudo contemplar por primera vez la apariencia de ese nosotros en el cual todos las contradicciones se resuelven.” (p. 211) Porque hasta ese momento el gran poeta español estuvo solo: “La libertad había encarnado. Abel Martín, Juan de Mairena, Antonio Machado no estaban solos. Habían dejado de ser máscaras: empezaban a ser. Podían morir: habían vivido.” (Ibid.)

Se le puede criticar a Paz, desde su primer ensayo hasta el último, ese pensamiento metafísico de la unidad, en virtud del cual todas las contradicciones se anulan. Me parece que ese nudo de su dialéctica, heredada de Hegel, es lo que no le permite criticar radicalmente el Poder, sobre todo el poder de Estado, y acceder a lo dialéctico de la contradicción indefinida del sujeto en lo social. Pero hay que reconocer en Paz, con esa limitación, a un pensador de lo múltiple con relación a algunos discursos dogmáticos y totalitarios latinoamericanos de uno y otro bando.

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