De estar vivos, sé qué harían los patriotas de mi pueblo: maldecirían a los políticos que mienten a ingenuos, que se burlan de la desgracia, que al dolor cierran ojos, que malogran el futuro, que desamparan las viudas y que convierten la nación en un viejo en bancarrota, sin fuerza y abandonado a su suerte.
De estar vivos, sé qué harían los patriotas de mi pueblo: condenarían los médicos que solo por dinero curan, que matan a los sin nacer, que no oyen los quejidos del enfermo y que dejan desangrar en el suelo a los desarrapados.
De estar vivos, sé qué harían los patriotas de mi pueblo: encerrarían a comerciantes que componen la pesa, que cambian piedras por pan, que bautizan la leche y que estafan a los hambrientos.
De estar vivos, sé qué harían los patriotas de mi pueblo: repartirían las tierras arrebatadas por terratenientes, arrinconando al campesino, sin esperanza, sin sueños, perdido en la bruma y pereciendo junto a perros lánguidos.
De estar vivos, sé qué harían los patriotas de mi pueblo: fusilarían a los corruptos que compraron la justicia para hacerse inmunes y que artesonaron sus mansiones donde se escondieron de los pobres.
De estar vivos, sé qué harían los patriotas de mi pueblo: levantarían el ánimo a los obreros, les crearían conciencia y estarían junto a ellos para que el capitalista no siga explotando el sudor con salarios de miseria y dejándolos como bagazo en la mugre.
De estar vivos, sé qué harían los patriotas de mi pueblo: maldecirían a los soldados y policías deshilachados que, azuzados por desalmados y ambiciosos oligarcas, empuñan contra desvalidos bayonetas y porras para masacrarlos cuando piden comida, agua, techo, medicina, abrigo, justicia.
Sí, eso harían los patriotas de mi pueblo.