OEA, Honduras, Santo Domingo

OEA, Honduras, Santo Domingo

Tras el envío al exilio del Presidente hondureño Manuel Zelaya, la OEA optó por no reconocer al gobierno sucesor.  También decidió encaminar esfuerzos para colocarlo de nuevo en el poder.

Lo hizo porque en el 2001 adoptó la Carta Democrática bajo la cual tan sólo pueden ser miembros de la organización países con gobiernos democráticos, oponiéndose la OEA a los golpes de Estado.  Su aplicación ya enfrentó dos retos en ocho años:  el efímero golpe contra Chávez y el caso de Zelaya.  La OEA se pronunció en contra de los dos.  Lo de Arístide fue antes de  2001.

Pero desde su creación, durante el célebre “Bogotazo” de 1948 y hasta el 2001 las dictaduras cabían en la OEA y ésta hacía caso omiso a los golpes de Estado.

El nuestro es el país que más se ha visto involucrado en tensiones con la OEA. En agosto de 1948, apenas cuatro meses después de su creación. Trujillo se quejó contra Cuba en la OEA por haber permitido la invasión de Cayo Confite.  Su Comisión Interamericana de Paz decidió no actuar, proponiendo, en cambio, negociaciones bilaterales entre los dos países.

En 1949 esa comisión decidió actuar ante los ataques radiales desde la capital dominicana de exiliados haitianos estimulados por Trujillo contra el gobierno de Dumarsais Estimé, y viajó a Puerto Príncipe y Ciudad Trujillo, logrando una declaración conjunta de ambos gobiernos prometiendo cesar los ataques.  En 1950 Haití acusó a Trujillo ante la OEA de haber organizado un complot para asesinar a su presidente.  Dos diplomáticos dominicanos residentes en Puerto Príncipe renunciaron y contaron todos los detalles del complot a la OEA.  La respuesta de Trujillo fue acusar a Cuba y Guatemala por haber tolerado las expediciones de Cayo Confite y Luperón.  También acusó a Haití.  La Comisión Interamericana de Paz viajó a los cuatro países y condenó a República Dominicana por el complot contra Estimé y a Cuba y Guatemala por las expediciones.  Haití fue declarado inocente.

Con motivo de las expediciones de Constanza, Maimón y Estero Hondo de 1959 Trujillo apeló a la OEA, pero cuando varios países sugirieron una reunión de cancilleres para tratar el asunto, Trujillo echó para atrás.  Pero los cancilleres se reunieron en agosto en Santiago de Chile donde pidieron a los gobiernos garantizar un sistema de libertades y el respeto por los derechos humanos.  También criticaron la perpetuación en el poder.  El objetivo era presionar a Trujillo, Duvalier, Somoza, Stroessner pero también a Fidel Castro.  Rómulo Betancourt propuso, sin éxito, que las dictaduras fueran excluidas de la OEA, idea que sólo prosperaría 42 años después en el 2001.

Cuando en 1960 Trujillo trató de matar a Betancourt, la OEA decidió mantener el reconocimiento de su gobierno, pero romper relaciones diplomáticas retirando a todos los embajadores.  También impuso inefectivas sanciones económicas.

Cuando desapareció Trujillo, la OEA envió a su comisión de Derechos Humanos para tratar de que los involucrados en el complot no sufrieran más torturas, al tiempo que mantenía las sanciones para presionar la salida de la familia del dictador.

En 1962 por primera vez un país, Cuba,  fue sacado de la OEA. En contraste, el gobierno sucesor de Zelaya no es reconocido, pero el país se mantiene dentro de la organización.

Sobre el bochornoso papel de la Fuerza Interamericana de Paz (FIP) de la OEA durante nuestra guerra civil, es mejor no hablar.  El antecedente no ha sido repetido, siendo sustituido por los eficaces cascos azules de Naciones Unidas quienes mantienen la paz en el otro lado de nuestra isla.

En el conflicto hondureño chocan dos objetivos:  primero, impedir los golpes de Estado y, segundo, tras bambalinas, evitar en Honduras el modelo chavista de referéndum perpetuador del líder en el poder como ha ocurrido en Venezuela, Bolivia y Ecuador y amenaza con ocurrir en Nicaragua.  Irónicamente, la Carta Democrática del 2001 hasta ahora sólo se ha aplicado para defender a presidentes no democráticos: Chávez y Zelaya.

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