Ofensiva contra la delincuencia

Ofensiva contra la delincuencia

El Gobierno tiene en su mira la inseguridad que provoca la delincuencia. En ese contexto, ha adoptado decisiones como reforzar a la Policía con miembros de las Fuerzas Armadas para tareas de patrullaje preventivo y manejo de puestos de control. La Policía, a su vez, ha hecho cambios en mandos clave, decisiones que no garantizarían modificaciones en las debilidades de la institución. Sus problemas de carácter estructural justifican la disposición de reforzarla. Es la misma que, en su momento, fue “eficiente” en la caza de ideologías, pero que está acorralada por la delincuencia, que es su enemigo natural.
Todos queremos que estas disposiciones oficiales permitan mejorar la seguridad. El costo social de la actividad delictiva no es una simple percepción. Es una tenebrosa realidad. Todos sabemos -y particularmente el Gobierno- que las medidas coyunturales no erosionan la rudeza del problema social que es la embestida delictiva. Necesitamos cambios estructurales profundos, como reformar definitivamente la Policía Nacional en vez de reforzarla de manera coyuntural.
Nuestro enfoque sobre la delincuencia tiene que hacer más énfasis en la prevención, con medios más inteligentes y efectivos que la aparatosidad coyuntural. Hemos perdido tiempo en hacer las debidas reformas y nos está costando cada vez más caro.

El pobre Haití no sale de una

Las elecciones a que acudió el pueblo haitiano en octubre de 2015, después de un sinnúmero de aplazamientos, han sido invalidadas, de manera que, en vez de una segunda vuelta, los votantes acudirían a otra primera ronda en octubre de este año y a una segunda votación en enero de 2017. Se impuso nuevamente la debilidad institucional de este pequeño y paupérrimo país occidental que no logra despegar como Estado organizado.
La causa de la anulación de las elecciones es la poca confiabilidad de la nómina de electores. Si no hay una estructura efectiva de registro de ciudadanos desde su nacimiento, es muy difícil que la haya para conformar un padrón electoral confiable. Y la coyuntura actual hace dudar que el sistema electoral pueda ser armado de aquí a octubre para que resulte creíble.

 

 

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