Ofensiva por la diferencia

Ofensiva por la diferencia

PEDRO GIL ITURBIDES
Hugo Chávez permitirá que los dominicanos paguemos tres cuartos del total que consumamos en hidrocarburos. La otra cuarta parte se nos acreditará si somos capaces de ejecutar programas de desarrollo. Oportunidad que se nos brinda para laxar las presiones sobre el ingreso de monedas fuertes, es, si seguimos las innatas propensiones, ocasión para desperdiciar gas y petróleo.

Debíamos asumir como flagelo las lecciones que se derivan de las vivencias que ahora comenzaremos a olvidar.

Inducirnos al ahorro de hidrocarburos es atrevimiento antinacional. Como decía José Ramón López cien años atrás, nuestros esfuerzos tienen carácter cíclico. Trabajamos esforzadamente un día para descansar tres. Sufrimos la escasez del petróleo en una ocasión, pero caemos en el despilfarro con liviandad e insensatez, desde que fluye a nuestras manos. Debemos, empero, evitar estas conductas, y, en cambio, prepararnos para enfrentar el mañana, cual que sea éste, con diferente visión de ese porvenir.

El acuerdo de Caracas permite pago en compensación. Chávez, que ha importado recursos humanos de Cuba, ha trazado un camino que podemos explorar. ¿Por qué no ofrecerle talentos nacionales formados en áreas profesionales como la salud y la agricultura, con un proyecto que ayude a ambas naciones? Podríamos colocarle médicos y agrónomos a cuyas familias podríamos pagar en pesos en el país, mientras ello laboran por su sostenimiento entre los venezolanos.

Pero de igual modo estamos llamados a indagar en los mercados venezolanos sobre las tendencias no descubiertas en aquél mercado. Todos los mercados tienen preferencias ocultas, gustos latentes que esperan por un avezado vendedor. Nosotros no lo hemos sido nunca. Pero la falta de petróleo debía obligarnos a serlo.

Cierto que los suelos de nuestros países son muy similares, situados como se encuentran en zona tropical. Algo sin embargo debe distinguir el uno del otro, como para permitirnos vender a los venezolanos artículos que a ellos les agrade. Tenemos quince años para buscarle la vuelta, pero hemos de comenzar como si fuere plazo perentorio, y estuviera acabándose el tiempo.

Tengo plena seguridad de que a los venezolanos no les desagradaría que parte de la inversión para el desarrollo abarque fuentes alternas de energía. En el reciente encuentro de expertos que patrocinó la Asociación Dominicana de Universidades (ADOU), el ingeniero Eduardo Sagredo habló de lo que he llamado la corneta solar. Explota, más que los rayos solares como en el caso de las celdas fotovoltaicas, el calor que dimana del astro rey.

En España funciona una planta piloto de sesenta megavatios y, con más pretensiones, los australianos levantan una similar de doscientos. La simpleza de su tecnología permite que un proyecto de esta naturaleza pueda ser explotado por los dominicanos sin riesgos ni sinsabores. Y tierras calurosas, como las propias del suroeste o del noroeste, hay suficientes en la geografía dominicana como para sacar energía barata y limpia sin traer tecnología de punta desde el exterior.

En fin, que debemos apresurarnos para aprovechar los recursos que resultarán de la postergación anual en el pago del 25% de la factura petrolera. Pero no debemos entretenernos pensando en lo que vamos a hacer con estos recursos que el acuerdo determina como aprovechables en inversión para el desarrollo.

Lo que tenemos es que poner manos a la obra sin dilación, como si el plazo se venciese mañana.

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