Oferta a precio de compasión: TCC

Oferta a precio de compasión: TCC

Como al parecer ya está todo cocinado y dispuesta la mesa para el gran festín, solo falta proponer una oferta a precio de compasión.

La idea, plan o proyecto de que la República Dominicana cargue con sus vecinos los haitianos, no viene de ahora. En 1993, la compasiva ONU impuso un bloqueo económico a Haití. Cuentan que desde ese entonces echó a andar lo que hoy tenemos como cruda realidad, cuando en ese momento se propuso a las autoridades de turno que permitieran establecer un campamento (provisional) que albergase a un millón de sus ciudadanos, ¡en territorio dominicano!

Como los dirigentes dominicanos de la época rechazaron la proposición, el campamento no fue instalado. Pero, la cosa no quedó ahí. Se siguió pensando en formas de hacer que el vecino oriental se echase sobre los hombros a los de la parte occidental.

Y lo que mejor cayó en las mientes de los gestores de semejante propuesta fue un éxodo masivo pacífico de occidente a oriente de la isla, para ir ganando presencia y posición y luego llegar donde hemos llegado.

Vieron el cielo abierto sus ideólogos con el terremoto de enero de 2010.

Pero, antes tenían que dejar bien sentada la imagen de ayuda compasiva, de desinteresado carácter samaritano.

Y con gran despliegue mediático y alharaca de compromisos y rápidas realizaciones, surgió un llamado “grupo de donantes”, que se encargaría de aportar recursos económicos y humanos para reconstruir en el más breve plazo posible la devastada nación.

Sin embargo, cuatro años y medio han transcurrido desde tan aciago momento que propició esa ardorosa proclama de compasivos propósitos de los donantes, y aquello sigue igual, o peor, de maltrecho.

Se nos pide ahora que seamos (sigamos siendo, más bien) compasivos los dominicanos con nuestros vecinos y que les brindemos sin reserva de recursos o condiciones lo que esos poderosos donantes no han querido darles.

Como al parecer no hay vuelta atrás en este asunto, para ser justos y actuar en concordancia con los principios básicos de igualdad que propugna la ONU, es preciso jugar a la compasión a dos bandas: el lado dominicano manteniendo (porque siempre lo hemos sido, brindándoles servicios médicos y educación gratuitos, y trabajo a los vecinos haitianos) la habitual, y los donantes estrenándose en estos menesteres con un pueblo que de momento poco puede aportar a sus arcas y perspectivas ciudadanas, por desafortunadamente no estar a la altura de sus estándares económicos o de preparación.

Entonces, la oferta con carácter de compasión recíproco, a los donantes sería:

– La condonación total (léase el 100%) de la deuda pública externa dominicana con esas naciones y el acceso inmediato a recursos frescos en condiciones muy blandas para acometer obras de infraestructura y de carácter social en la zona fronteriza.

-La instalación, con carácter de urgencia, de empresas de los países donantes en la frontera en régimen de zona franca, que den empleo fijo en principio al menos a cien o doscientos mil nacionales haitianos y dominicanos. Y el firme compromiso por parte de los donantes de que el número de empresas aumente hasta llevar la cantidad de nuevos puestos de trabajo a medio millón o más.

– La concesión inmediata de la ciudadanía a los cientos de miles de dominicanos que viven de manera ilegal en el territorio de los países donantes, clamando por la misma compasión que hoy nos piden tengamos con nuestros vecinos.

Esto podría formalizarse y rubricarse con el nombre de Tratado de Compasión Conjunta (que se conocería como TCC).

Así, nos sentiríamos todos orgullosos de nuestro buen y noble hacer y se resarciría en algo (y aquí se incluiría lo que se cuenta de que la compasiva ONU nunca compensó al país por los efectos negativos que produjo el embargo impuesto a Haití en 1993) la corriente adversa que ha creado la malsana campaña que se ha venido desarrollando contra la República Dominicana con el tema de nuestros vecinos los haitianos.

A pesar de lo que ahora se pretende pintar, nadie, empezando por los poderosos “donantes”, ha sido más solidario y colaborador con Haití, sobre todo después del terremoto de 2010, que la República Dominicana.

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