Oídos del Presidente abiertos a los pobres

Oídos del Presidente abiertos a los pobres

Aunque se trataría de un peregrinaje para más de cien años de duración si se busca una eficaz compenetración del Estado con males urbanos y sociales de sectores marginados, el programa que a partir de ahora colocaría sistemáticamente al presidente Luis Abinader en contacto directo con comunidades barriales haría creíble la intención de gobernar poniendo los oídos en el pueblo. Con una pobreza monetaria reducida al 23% de la población dominicana, habría aproximadamente dos millones y medio de personas que desearían tomar la palabra si el gobernante está cerca de ellas y dispuesto a escucharlas. Porque, entre otros detalles, aunque la mayoría de los ciudadanos tiene acceso a fuentes de agua, la organización de asistencia social World Visión considera que la sostenibilidad de este recurso se encuentra en riesgo y cada vez más hogares experimentan dificultades asociadas con la escasez de agua, de la que tendrían a bien hablar moradores de suburbios sometidos a racionamientos institucionalizados en un país de innúmeras flotas privadas de camiones tanque que hacen las veces de CAASD e INAPA rodantes vendiendo el líquido cada vez más caro.

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Probablemente los coloquios con la población de un jefe de Estado que ahora tendría que trabajar para la historia, porque ningún acto suyo sería para exaltarse con vista a las próximas elecciones generales, servirían para recibir informaciones de primera mano de las familias carenciadas y mal tratadas con apagones cada vez que el sistema eléctrico busca desesperado un equilibrio entre energía servida y energía cobrada difícil de lograr en sitios donde el ingreso familiar está por debajo del promedio nacional y el odio a los contadores es notorio y los hace desaparecer de malas maneras. En muchos sitios urbanos el primer mandatario palparía las graves consecuencias de la poca expansión que ha tenido la atención primaria muy retrasada en sus metas por la solapada oposición que proviene de una parte numerosa y combativa de la clase médica y porque además el 88% de las miniclíncas en pie no tiene capacidad para atender la mayoría de los problemas de salud que les llegan de gente con escasa posibilidad de sobrevivir a brutales alzas de los medicamentos.

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