POR ALEIDA PLASENCIA
El flujo de migrantes más importante que se registra entre los países caribeños es de haitianos hacia la República Dominicana, que pasó de 60,000 en los años 70, hasta más de 500,000 en la actualidad, según un informe de la Oficina Internacional de Trabajo (OIT).

En un informe titulado “América Latina: Mercados de Trabajo, Condiciones Laborales y Migración”, preparado por Gloria Moreno-Fuentes Chammartin, especialista en cuestiones de migración laboral de la OIT, señala que Estados Unidos también ejerce una importante atracción de caribeños procedentes de países tales como Cuba, Haití y República Dominicana, en particular.

Con relación a Centroamérica, expresa que “si bien se produce un flujo natural y constante de población a través de las fronteras entre todos los países, existen escenarios principales de recepción de trabajadores inmigrantes que corresponden a los territorios de Guatemala, Belice y Costa Rica”.

En los dos primeros países se registra un flujo más heterogéneo en relación con el país de nacimiento de los inmigrantes, mientras tanto, en el último caso, el flujo es más diversificado, pero se concentra en un grupo de inmigrantes que mayormente procede de Nicaragua, sostiene el documento.

Refiere que en el año 2000, Costa Rica contaba con 296,461 extranjeros residentes legales (250,404 de ellos de América Central) y 600,000 extranjeros irregulares.

“En efecto, el origen de la población inmigrante en Costa Rica estaba distribuido entre cinco países: Nicaragua, Panamá, Estados Unidos y Colombia; pero las tres cuartas partes provienen de Nicaragua”, sostiene.

Sin embargo, la inmigración (mayormente temporera) hacia otros países de la región también está tomando importancia, afirma.

El informe expresa también que en el 2000, en Guatemala, los consulados de Honduras, Nicaragua y El Salvador calculaban aproximadamente en 150,000 el número de trabajadores inmigrantes centroamericanos.

Agrega que aparte del flujo migratorio también puede revestir importancia el tránsito de trabajadores temporeros entre Costa Rica y Panamá que forma parte de un proceso más amplio de migración temporal entre ambos países, en torno al empleo en las plantaciones de banano y café.

En Panamá tiene una ubicación muy importante para el tráfico de migrantes desde el resto de la región, principalmente trabajadores agrícolas costarricenses y nicaraguenses, y en menor medida, trabajadores dedicados al comercio informal, sostiene.

El estudio recomienda a los gobiernos y a las organizaciones de empleadores y trabajadores, cooperar en el plano internacional para promover una mejor gestión de las migraciones con fines de empleo y con el objetivo de que la migración laboral redunde en beneficio de todos.

Señala que las migraciones de trabajadores siempre deberán ser tratadas, teniendo en cuenta los derechos laborales y las necesidades de mano de obra, tanto de los países de destino como en los de origen.

De hecho, un compromiso equitativo para todos los trabajadores migrantes requiere de un enfoque basado en derechos, de conformidad con las normas internacionales del trabajo existentes y los principios de la OIT.

Esto así, de manera que se reconozcan las necesidades del mercado de trabajo y el derecho soberano de todas las naciones a determinar sus propias políticas migratorias, incluido el establecimiento de los criterios para la entrada y la permanencia de migrantes en el país, señala.

Sostiene que un mecanismo tripartito similar a los adoptados por la OIT para formular políticas del mercado de trabajo podría también funcionar para la formulación de las políticas nacionales o regionales de migración.

Esto así, basadas en el diálogo social y el tripartismo, concluye el informe.