Muchos te preguntan ¿Qué está pasando en el mundo que luce tan convulso y porqué de tiempo en tiempo aparecen bolsones de tranquilidad que luego vuelven los mismos conflictos con mayor crudeza? Pues parece que sufrimos de una complicación colectiva a las que no se les encuentran explicaciones lógicas.
La respuesta podría tener muchas explicaciones, sobre lo cual he matizado bastante. Se trata en algunos casos de lucha por simples intereses o búsqueda de sociedades más justas y humanas donde haya justicia social y económica, pero en otros no.
Pienso que a las sociedades las empujaron a abandonar los principios ideológicos humanistas, y como consecuencia se han ido perdiendo los principios éticos y morales. En su lugar se ha tratado de imponer el pragmatismo, que sumado a los intereses nacionales o transnacionales, impulsan acciones que para muchos no son fáciles de entender.
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Se han ido olvidando los sueños e ilusiones capaces de crear nuevas mentalidades con ideales patrióticos, luchando y trabajando por el establecimiento de sistemas puros e inmaculados dentro de ambientes de fraternidad y respeto mutuo. Y los sueños se han convertido en pesadillas que han ido chocando con otras realidades creadas. Realidades que se han ido convirtiendo en la negación del mundo fraterno. Y son otras las verdaderas sociedades que tenemos hoy.
Eso es lo que vemos y estuchamos en todos los lugares. Porque el afán de lucro y de primacía del conocimiento, han ido enterrado incluso los buenos sentimientos. Porque lo único que prevalece y se resalta es el poderío. Y detrás del poderío se imponen reglas que desconocen los sentimientos, doctrinas e ideologías basadas muchas en principios románticos. Y estamos arribando a la degradación en casi todos los aspectos. Pero de manera particular, en las que no solo motorizan la acción diaria, sino que se agudizan en determinados momentos con signos inhumanos.
¿Cuántos principios no se han dejado en el camino? ¿Cuánta dignidad no se ha desparramada a lo ancho y largo de estos años? Pero todo, como si nada pasara. Noticias y noticias. Veraces o inciertas. Acomodadas o maquilladas. Los muertos de unos valen, pero los del otro no. Y así, junto a los ideales, lamentablemente los entierros continúan. No importa las armas o métodos que se utilicen. Los humanos se convierten en objetos descompuestos como los buenos ideales. El pos verdad no ha dejado espacio para análisis concienzudos, sino para las conjeturas. Y lamentablemente, largo será el camino.
Ya no importa si los muertos pesan mucho, junto a los ideales se entierran en fosas comunes. Y donde se supone que se lucha por principios, los principios, que se entendían incluso como promesas divinas, se están enterrando junto a los cadáveres.
Ojalá que Dios ilumine para que al abrir o cavar las zanjas para enterrar los cadáveres, surja de ellos algún el sueño o ilusión capaz de propiciar el cese de fuego y le abra paso a la idea de la creación de sociedades verdaderamente justas, humanas y capaces de entenderse mutuamente. Dejando de usar el nombre de Dios, de cualquier forma, para hacer lo que cada uno cree que le conviene.