Ojo al cristo, que es de plata

Ojo al cristo, que es de plata

Ciertamente, la Procuraduría General de la República es independiente del llamado Poder Judicial, el cual es escogido mediante maniobras que permiten que se imponga la voluntad del Poder Ejecutivo, que tiene la mayoría de los representantes del Consejo a la hora de seleccionar.
Pero en nuestro país de ficciones, la mayor de la cual es la “democracia” que se pregona que vive el pueblo dominicano, siempre está presente la mano maestra del Presidente de la República, como la de la célebre y archicitada gatita de María Ramos.
Todo parece indicar que a la directora de la Procuraduría Especializada de Persecución de la Corrupción Administrativa, hablando en los términos y el estilo del Chavo del Ocho, se le “chispoteó, sin querer queriendo”, decir que los encartados por el caso de Odebretch deben ser condenados, porque al Gobierno le interesa que el juez que maneja el caso se mantenga, contra viento y marea, no vaya a ser que se acoja la recusación que demanda que lo aparten del caso y que sea otro magistrado quien conozca del asunto.
Ello implica una clara y descarada intromisión del Poder Ejecutivo en los predios de la Injusticia que administran los Tribunales Superiores.
No es nuevo, ni para mí ni para ningún dominicano más o menos informado, que el Gobierno central maneje la Injusticia como un buey al que se le puso un narigón para que obedezca las órdenes de su amo, o del mandante, a quien se le da poder para tratar el animal.
Basta con recordar el comentario que circulaba en los corrillos de la Suprema Corte de Justicia en tiempos de la Presidencia del magistrado Contín Aybar, a quien se le enviaban las sentencias escritas, motivadas en buen derecho y con el dictamen final, y esa era la sentencia definitiva que afectaba o beneficiaba al reo.
El supuesto temor de la magistrada Laura Guerrero Pelletier ni es auténtico ni es original, no sale de su coleto, además, no oculta la intención del Gobierno que evidentemente, tiene culpables favoritos dentro de los acusados de actos de corrupción cometidos por Odebretch a través de los encartados.
Ese es un escenario, hay otro ¿recuerdan el caso del senador Félix Bautista, bendecido y favorecido por la sentencia definitiva que lo liberó de las graves acusaciones en su contra?
¿Quién puede afirmar que en el caso de Odebretch no hay sectores del Gobierno que favorecen el juicio en una sola instancia definitiva que invalide la Justicia por aquello de que nadie puede ser juzgado dos veces por la misma causa se sacrifiquen uno o dos chivos expiatorios y colorín, colorado, las fortunas mal habitas han sido legalizadas?
Decía mi hermano-compadre Rafael Díaz Vásquez, “ojo al Cristo, que es de plata”.

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