¡Ojo! Ande con sus papeles

¡Ojo! Ande con sus papeles

JOSÉ ALFREDO PRIDA BUSTO
Los papeles. Papeles es el nombre con que solemos llamar a los documentos que nos exige la ley para ser ciudadanos con todos los derechos. Se dan algunos casos de alteraciones y demás, por razones equis, pero eso no viene al caso en este preciso momento. Tampoco nos vamos a referir a la Constitución de la República, la cual, en nuestro caso particular respetamos, y de la que en algunas ocasiones se ha llegado a decir que es «solo un pedazo de papel».

De la cédula, el documento que nos identifica, por ejemplo, decimos que es un papel. También es un papel el pasaporte que nos permite, con los consabidos permisos y visas, viajar al exterior del país. Son papeles, de igual modo, las actas de nacimiento, matrimonio o divorcio, así como las matrículas de los vehículos y las pólizas de seguro. Contratos, títulos de propiedad… en fin, papeles hay por montones.

Pero no es a esos a los que nos vamos a referir hoy. Es a otros mucho menos conspicuos, mucho más humildes, pero no por ello menos útiles en determinados momentos de la vida de cualquier ser humano que debe convivir con otro dentro de la sociedad.

Es bien sabido que es un país donde la palabra planificación carece absolutamente de sentido y, por ende, su ejecución se obvia de manera olímpica, los que hacen o aprueban obras para uso de la comunidad no tienen en cuenta ciertas características de los miembros de dicha comunidad. Por eso vemos los líos que se arman por la falta de pasos de peatones en vías expresas para el tránsito vehicular, como si todo el mundo anduviera «montado». O, por otra parte, la falta de áreas de estacionamiento suficientes en negocios, colegios, clínicas, oficinas gubernamentales y un largo etcétera de instituciones de todo tipo, incluidas iglesias de profesiones religiosas varias, como si nadie anduviera «montado».

Pero el caso específico al que nos vamos a referir es al de los baños, o»rest rooms» como les dicen los angloparlantes. Hay países donde usted se encuentra con uno de esos importantísimos rincones en cualquier parte, parques, carreteras y hasta avenidas. Y no solo eso, ¡están limpios y funcionan! Claro, en algunos casos, usted paga una suma por su utilización, pero tiene asegurada un área de «descanso» en caso de que se le presente una emergencia de esas propias del ser humano y de las que nadie se libra en un momento determinado por cualquier razón.

Pues aquí no. Aquí los baños públicos en condiciones son como «muela de gallo». Incluso en ciertos centros comerciales a uno se le hace difícil encontrar uno. En algunos porque hay muy pocos y están en muy malas condiciones y en otros porque los tienen cerrados con llave como para uso exclusivo de los dueños y empleados de las tiendas. En este caso, si usted tiene la suerte de conseguir la llave, le explican que es que la gente es muy desconsiderada y dejan todo hecho una porquería. Y esto lo entiendo, porque una de nuestras virtudes no es precisamente la de tener en cuenta a los demás.

Ahora, lo que es triste, lo que da ganas de llorar, es que luego de mucha lucha para conseguir el baño y después que uno piensa que ya… pues resulta que no hay papel, no hay jabón y, en muchos casos, tampoco hay agua. ¡Perfecto! Muchos turistas deben encontrarse como en su casa cuando se les presenta una de estas situaciones.

Imagine cuánto más grande es el problema cuando uno anda con niños. Y digo todo esto porque me ha pasado. Porque en una famosa farmacia de esta capital se me negó el permiso de pasar a un único baño que tienen. Porque cuando voy por sitios públicos con niños ando muriéndome del susto, rogándoles a todos los santos que a ninguno se le presente alguna necesidad. Y siempre que se va a salir con pequeños, hay que pasarse una hora con la cantaleta de: «Vayan al baño antes de salir, que después es un lío». Es vergonzoso. Y así no se disfruta.

Por mi parte, ando con una serie de artículos en mi carro para esos casos, ya que, de otro modo, tendría que enclaustrarme junto con mi familia en la casa y eso no es justo. Llevo una discreta cajita con papel sanitario, de periódico, fundas de plástico, toallitas secas y húmedas, un potecito de líquido bactericida de esos que se encuentran en cualquier parte y un par de cositas más. Por si las moscas.

Pero ustedes saben que gran parte de las instituciones del país son simplemente «pagadoras de nóminas compañeriles». Porque quienes tienen que ver con todo ésto no hacen absolutamente nada para que las cosas cambien para mejor. Por eso les sugiero que sigan mi consejo: ¡Ojo! Anden siempre con sus papeles.

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