Son frecuentes los elogios que inversionistas extranjeros y organismos internacionales dedican al país por su buen clima de negocios sustentado en garantías jurídicas. Pero dentro y fuera del país ha empezado a crecer una preocupación razonable, por la ausencia de una garantía de primer orden que el Gobierno no ha logrado afianzar por más iniciativas que ha puesto en práctica. La falta de control sobre la criminalidad ha modificado los hábitos de los ciudadanos, perjudicando en medida apreciable a sectores de la economía local.
Turismo e inversión extranjera son dos de los puntales de nuestra fortaleza económica. La tajada del PIB correspondiente a estos dos capítulos así lo confirma. ¿Hasta dónde podría la inseguridad influir en el auge de estos dos sectores, habida cuenta de que el Estado no ha podido controlar la embestida de la delincuencia? La preocupación es más que razonable, si se toma en cuenta que han fracasado las iniciativas oficiales para contrarrestar este mal.
Frank Rainieri, el exitoso emprendedor del sector turístico que preside el Grupo Punta Cana, es uno de los que expresa preocupación por el eventual daño que la inseguridad pueda causar en el turismo. No es una situación que esté afectando a Punta Cana en particular, pero podría crear en el exterior una imagen negativa del país en general y eso ciertamente es muy peligroso.

Travesuras de despedida

Ocurre siempre y no hay razones para creer que esta vez sería la excepción. Al final de los períodos de Gobierno es frecuente que algunos funcionarios cometan travesuras e indelicadezas en perjuicio del Estado, como la venta irregular de propiedades públicas, apropiaciones de bienes y recursos y cosas por el estilo.
Por ejemplo, el senador Tommy Galán, representante de San Cristóbal, frustró en el Senado intentos de venta y una permuta, a su juicio improcedentes, de unos terrenos del Estado con características adecuadas para el turismo. Y el alcalde electo por Santo Domingo Norte, René Polanco, denunció que el ayuntamiento de la demarcación ha hecho cesiones aparentemente irregulares de terrenos a particulares. Hay que estar vigilantes para evitar ciertas travesuras e indelicadezas de despedida.