Ojo con la Vista
Los ojos y el alcohol

<STRONG>Ojo con la Vista<BR></STRONG>Los ojos y el alcohol

Los ojos conectan el mundo exterior con el cerebro y sirven de soporte para la elaboración de un cosmos visual interno compuesto tanto de elementos externos como internos, aportados por la experiencia individual y colectiva, y modulado por variadas influencias. Los ojos dirigen a nuestro cerebro estímulos diversos del mobiliario circundante.

El alcohol, por ejemplo, es una oferta asequible, por lo general atractiva, en ocasiones esclavizante, de la geografía que frecuentamos. Los ojos sirven al cerebro para la entrada de estímulos que alimentan y refuerzan los circuitos de la búsqueda y disfrute del placer. En nuestro entorno, conocemos el alcohol en sus variadas manufacturas fermentadas y destiladas. Celebramos y lamentamos con alcohol en forma de vino, cerveza, o destilados.

Sin embargo, a pesar de esta familiaridad estamos aún lejos de comprender cómo actúa en nuestro organismo. Por ejemplo, no sabemos por qué reduce la ansiedad, cómo actúa sobre la timidez de un individuo, de qué forma convierte el campo visual en una estampa desdibujada y móvil, cómo afecta los mecanismos inhibitorios, intencionales y automáticos, componentes de la atención visual o los procesos metabólicos subyacentes en el mecanismo molecular de la visión, el mantenimiento de la presión intraocular o la nutrición de las estructuras oculares. Tampoco entendemos si el alcohol ejerce efectos específicos sobre la arquitectura funcional del ojo o, por el contrario, su acción es difusa e imprecisa.

El alcohol etílico es una molécula de estructura sencilla (dos átomos de carbono, 6 de hidrógeno y uno de oxígeno). Es transparente y tiene consistencia líquida a temperatura ambiente.

Su densidad (0,8 g/mL) es menor que la del agua (1 g/mL).

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