Todos los ojos de los niños deben ser examinados al nacer. Lo mismo que se examina el resto del cuerpo, el pediatra debe examinarle los ojos y detectar si hay o no legañas, el ojo más grande de lo normal, concretamente la córnea, o de color azulado, la pupila blanca, si son más pequeños de lo normal o si hay ausencia de ellos. Si se detecta una de estas anomalías se debe enviar inmediatamente al oftalmólogo para que determine que es lo que pasa y le ponga remedio oportuno. ¡Es importante que los padres pregunten al pediatra que recibió a su bebé, si este hizo una revisión de los ojos de su hijo!

Hay enfermedades congénitas o adquiridas durante el embarazo que deben ser diagnosticadas lo antes posible.

Muchas de ellas tienen remedio si el diagnóstico es precoz. Por lo mismo el niño debe ser examinado por un especialista, sobre todo cuando ha habido un embarazo o parto complicado, cuando el niño ha estado un cierto tiempo en la incubadora o el pediatra sospeche algún tipo de anormalidad. Las cataratas, el glaucoma y las alteraciones retinianas congénitas o adquiridas son una emergencia que debe ser diagnosticada a tiempo para ponerle el remedio oportuno.

La gran mayoría de ellas tienen solución si se diagnostican a tiempo. Las mujeres embarazadas deben tener un control prenatal estricto para que sus hijos nazcan sanos. Las enfermedades virales, el sarampión, la rubeola, sida o toxoplasmoxis de la madre pueden producir en el recién nacido: cataratas, glaucoma y lesiones en el interior del ojo, suficientemente graves como para privar de visión al niño. Cuando una embarazada haya tenido alguna de estas enfermedades debe llevar al bebé además del pediatra, a un oftalmólogo.