JUAN UBIERA
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E l síndrome de inmunodeficiencia adquirida (SIDA) es un síndrome multisistémico potencialmente fatal, caracterizado por  un deterioro del sistema inmune y mayor incidencia a varias infecciones oportunistas y neoplasias. El compromiso ocular se registra en el 73% de los pacientes con SIDA.

Los hallazgos mas frecuentes en el ojo: vasculopatia (daño en los vasos sanguíneos) retiniana, exudados algodonosos (25-50%), infartos retinianos, isquemia, hemorragias (30%) y algunas retinopatías infecciosas como: toxoplasmosis, citomegalovirus (15-40%), retinitis por sífilis. Dentro de las lesiones no  retinianas tenemos sarcoma de Kaposi en la conjuntiva  (membrana recubre a superficie ocular), herpes zoster.

La retinitis por citomegalovirus (CMV) es la infección intraocular oportunista que más afecta a este tipo de pacientes; es la primera causa de ceguera, a pesar de tener un diagnóstico precoz y los tratamientos antivirales actuales, y está asociada a valores de linfocitos T CD4+ < 50 cel/mL, en casi la totalidad de los casos si no es tratada conlleva a la ceguera.

Los pacientes con afección activa por CMV pueden presentar fiebre, artralgias, neumonitis, hepatitis. Existen dos formas  de presentación: La clásica con abundantes hemorragias y necrosis en el polo posterior a lo largo de las arcadas vasculares y la forma granular que comienza como un foco periférico que se expande lentamente. Se considera que la toxoplasmosis ocuparía el segundo lugar en frecuencia e importancia como causa de retinitis en estos pacientes. También se ha descrito, neuritis óptica retrobulbar, papiledema, papilitis, ceguera cortical y tumores orbitarios. Las alteraciones neurooftalmológicas se presentan en 2-12%, entre ellas parálisis, paresias de nervios craneales.