En lo de Cataluña hay que voltear la moneda a ver qué tiene en el reverso. Es otro espejo en el que nos debemos ver con mucha atención puesto que se trata de un movimiento secesionista muy peligroso, que pretende separarla de España, crear una nueva nación.
Ese movimiento parece ser otra de las jugadas que fuerzan, que tratan de imponer un nuevo orden político y económico que beneficie la alta política euro-norteamericana, atizado por vientos interesados sino rusos.
La guerra de baja intensidad que sostienen los judíos contra los palestinos, la lucha de los kurdos por lograr un lugar propio bajo el sol, la guerra interna de Ucrania, iniciada cuando los ucranianos apostaron a Hitler contra Rusia cuando invadió aquel país durante la Segunda Guerra Mundial, la dispersión de Yugoeslavia, creada por cinco países que funcionaron como una nación progresista bajo un gobierno eficiente, el afán hegemónico de las potencias occidentales por destruir el polo de poder que constituía la Unión Soviética, forman parte de un plan a largo plazo cuidadosamente trazado.
Por ello, aprovechando la debilidad económica, militar y los conflictos étnicos y religiosos, las potencias occidentales, bajo el pretexto de impedir que continuara la ocurrencia de crímenes de lesa humanidad, dividieron a Yugoeslavia, para debilitarla, intervinieron para favorecer a los musulmanes, echaron a los habitantes nativos de Kosovo y crearon una república, cuyo nacimiento fue bendecido de inmediato por Naciones Unidas y todos los demás organismos creados como mecanismos de dominación.
No me parece casual que el movimiento secesionista de Cataluña haya pedido la intervención de la poderosa Unión Europea, ante la decisión del gobierno español por mantener el orden constitucional y la unidad de España.
Imaginemos, aunque sólo hipotéticamente, que la región del Cibao, o la región del este, decidan hacer una consulta popular para separarse de la República Dominicana. Nada más y menos eso, es lo que se pretende, lo que está oculto es para qué, a quién beneficia.
Los musulmanes que huyeron de Albania hacia Kosovo se convirtieron por los vientres de sus mujeres, en una mayoría que amenazaba la gobernabilidad, puesto que en unas elecciones podían obtener más votos.
Es injustificable la guerra de limpieza étnica iniciada contra los musulmanes, pero ¿por qué se pretende que una nación libre y soberana permita que el potro de Troya continúe cruzando la frontera terrestre, llegando en botes y canoas, importando mujeres preñadas para que luego unos “científicos” sociales pidan la dominicanización de todos los invasores?
Estados Unidos, Francia, Canadá y otros países poderosos quieren la fusión entre nosotros y Haití, ojo con lo de Cataluña y Kosovo que la pelota la quieren hacer rebotar aquí.