CANNES. La controversia en torno al filme «Okja«, del surcoreano Bong Joon-Ho, el primero de Netflix en competir por la Palma de Oro, empañó su estreno este viernes en Cannes pero no impidió que este poderoso alegato ecologista fuera aplaudido.
En la esperada primera proyección de la película, en el Gran Teatro Lumière del Palacio de Festivales, hubo silbidos cuando el logo de Netflix que anunció que no exhibiría la película en salas francesas, apareció en la pantalla.
Los abucheos se repitieron cuando problemas técnicos obligaron a volver a proyectar los primeros minutos de la cinta.
Pero al final la prensa acabó aplaudiendo esta historia de amistad entre una niña y un insólito animal, genéticamente modificado, del que una multinacional se quiere apoderar, cuyo mensaje principal es un llamamiento contra el maltrato de los animales y los métodos salvajes de las grandes empresas.
Interrogado sobre este incidente durante la rueda de prensa que siguió a la proyección, el director Bong Joon-Ho le restó importancia: «Siempre hay problemas técnicos en los festivales, estoy muy contento porque habéis visto las primeras secuencias dos veces».
El cineasta también quiso quitar hierro a las declaraciones del presidente del jurado del certamen, Pedro Almodóvar, que afirmó que «sería una enorme paradoja» que la Palma de Oro u otro premio entregado a una película no pudiera ser visto en las salas.
Almodóvar «puede decir lo que quiera. Estoy contento de tener mi película aquí. Soy un fan de Pedro y que hable bien o mal (del filme) ya me honra», aseguró.
La actriz británica Tilda Swinton, que interpreta a la ambiciosa presidenta de la multinacional, consideró por su parte que las afirmaciones del director español «comprometieron» las posibilidades de «Okja» de figurar en el palmarés, aunque defendió que Almodóvar puede «decir lo que quiera».
Desde el anuncio de la selección de «Okja» junto a otra película distribuida por Netflix «The Meyerowitz Stories» de Noah Baumbach que se presentará el domingo, la plataforma norteamericana ha chocado con los defensores de las salas de cine.
El gigante del streaming, que tiene 100 millones de abonados, no tiene previsto presentar ninguna de las dos películas en las salas francesas.
Lo cual provocó la indignación en los círculos del séptimo arte y escandalizó a los dueños de los cines.
Presionados, los organizadores del festival cambiaron el reglamento para imponer a partir de 2018 que todo filme en competencia se comprometa a ser proyectado en las salas.