BAGDAD (AFP).- Irak registró ayer 23 nuevas muertes, once de ellas en un atentado contra una mezquita chiíta en el centro de Bagdad, donde un kamikaze logró hacer estallar el explosivo que introdujo en su zapato pese al imponente plan de seguridad destinado a sofocar la violencia en la capital. El ataque en el corazón de Bagdad se produjo hacia las 12H15 (08H15 GMT), cuando los fieles comenzaban a reunirse en el lugar de culto para la oración semanal, y además de las víctimas mortales también causó 25 heridos.
La mezquita de Buratha ya fue el blanco de un triple atentado suicida el 7 de abril, que se saldó con 90 muertos y 175 heridos. El imán de la mezquita indicó que los explosivos estaban escondidos en una par de zapatos y que el ataque iba dirigido contra él. Los explosivos fueron introducidos en la mezquita en dos pares de zapatos. El primer par fue hallado gracias a un detector de explosivos, y el segundo fue introducido en la sala de oración por el kamikaze, declaró a la AFP el jeque Jalel Eddin al-Saghir, del Consejo Supremo de la revolución islámica en Irak (CSRII), un partido chiita integrante del gobierno.