Olga, producto del cambio

Olga, producto del cambio

MARIEN ARISTY CAPITÁN
Los abrigos dormían por doquier. Desde que llegaba octubre ellos parecían reproducirse por arte de magia en nuestra habitación y se quedaban ahí, esperando hasta que en cualquier momento los tomáramos para salir.

Usar abrigos era tan normal como tomarse un chocolate para desayunar. No fue hasta después, cuando pasaron los años y dejamos la infancia atrás, que el calor nos copó por completo y terminamos olvidando lo que era el frío de los últimos meses del año.

Hace una semana, sin embargo, aquellas temperaturas han regresado. Es entonces cuando he reparado en lo mucho que ha ido cambiando el clima y, con él, la propia naturaleza.

La mejor muestra es la forma en que se están comportando las tormentas. Porque, ¿quién, hace veinte años, podría pensar que en diciembre aparecería un fenómeno atmosférico? Nadie, la verdad.

En los últimos cuatro años, sin embargo, se han formado dos tormentas tropicales durante el mes de diciembre  es decir, una vez terminada la temporada ciclónica. La última de ellas fue en diciembre del año 2003, cuando Odette azotó la República Dominicana, dejó dos muertos y provocó la evacuación de 4,500 en todo el país.

Cuatro años después, justo ahora, llega Olga para recordarnos que al acabar cada día con el medio ambiente estamos provocando que el clima se vuelva tan loco que ya no podemos predecir qué esperar en cada una de nuestras estaciones tropicales.

Volviendo con Odette, es importante reparar en que cuando ésta apareció hacía 20 años que no se formaba una tormenta tropical fuera de la temporada ciclónica.

Otro dato importante al hablar del clima es el siguiente: a principios del siglo pasado había seis tormentas por año, ahora se dan cerca de 15. Esto implica, como podemos ver, que la cantidad de huracanes que se forman en el océano Atlántico es más del doble que los que había hace 100 años.

¿La causa? El aumento en la temperatura del océano y la variación en los patrones del viento, ambas cosas debidas al fenómeno del cambio climático, tal como han advertido los expertos en diversas oportunidades.

Pero al hablar del cambio climático se introduce ahora otro ingrediente: de no revertirlo, la República Dominicana podría ver reducida su disponibilidad de agua hasta en un 60 por ciento, lo que afectaría dramáticamente la seguridad alimentaria de los dominicanos.

Dicha advertencia está contenida en el Informe Mundial sobre Desarrollo Humano 2007-2008, titulado «La lucha contra el cambio climático», presentado el lunes pasado por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD).

El documento, que advierte sobre la amenaza que implica el calentamiento global, señala que millones de personas podrían quedar enfrentadas a la mal nutrición, la escasez de agua, las amenazas ecológicas y la pérdida de sus medios de sustento.

Ante tal panorama, es necesario que pensemos con seriedad en cuáles son los aportes que podemos de manera individual y colectiva para evitar que nuestro país continúe sufriendo por el cambio climático. De no hacerlo, los efectos serían más devastadores que los de Olga.

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