Oliver Stone presenta segundo documental sobre Fidel Castro

Oliver Stone presenta segundo documental sobre Fidel Castro

NUEVA YORK (AP).- No resulta sorprendente que Oliver Stone, el director cuyos fuertes puntos de vista produjeron películas como «JFK» y «Natural Born Killers», se sintiera atraído hacia la figura de Fidel Castro.

En «Looking for Fidel» (Buscando a Fidel), su nuevo documental para el canal de cable HBO que se estrenó ayer, Stone no solamente exploró el personaje de Castro sino que estuvo con él hace varios meses.

«Looking for Fidel» es considerada una continuación de «Comandante», el documental de 2003 sobre el presidente cubano. Pero para los televidentes de HBO, que no vieron «Comandante» debido a que el canal decidió no proyectarlo el año pasado, la nueva película representará la primera exploración de Stone.

«Comandante» fue producto de los tres días que Stone pasó con Castro a principios del 2002. Pero esa cinta quedó en la nevera hace un año, cuando el gobierno del presidente cubano reprimió violentamente a la oposición: arrestó a unos 75 opositores políticos y ejecutó a tres hombres condenados por apoderarse de un barco de pasajeros para escapar a Estados Unidos.

De todos modos, «Comandante» era una producción de escasa coherencia que colocaba a Stone como centro de atención.

Por el contrario, en la nueva película, aunque afectada por una cámara impaciente y una edición irregular, el director comparte el cartel con su protagonista nominal. Al regresar a Cuba en mayo para su reencuentro con el mandatario cubano, Stone presentó un panorama más equilibrado.

A los 76 años y después de casi 45 años en el poder en el único estado comunista en el hemisferio, Castro exhibe grandilocuencia y justificaciones.

Cuando se refiere a su prolongado régimen, declara que «no soy yo sino el pueblo el que está en el poder».

[b]Otra visión[/b]

En un pasaje significativo, Stone interroga a ocho hombres que fueron arrestados después de intentar desviar un avión a Estados Unidos, bajo la atenta vigilancia de Castro.

Stone pregunta por qué lo intentaron. Le responden que lo hicieron por motivos económicos.

Ante la perspectiva de ser sentenciados a cadena perpetua, Stone les pide que ellos mismos propongan un castigo justo. Uno responde que 30 años «sería justo para la gravedad de nuestro delito».

Después es Castro quien habla: «Si ustedes tuviesen la responsabilidad», le pregunta a todo el grupo, «¿qué harían para impedir una ola de secuestros capaces de costar muchas vidas e incluso una guerra? Ustedes comprenden que el país tenía que tomar ciertas medidas».

«Por supuesto, absolutamente», dice uno de los hombres, asintiendo con la cabeza.

Al término de la sesión, Castro les dice que «yo no soy juez» y asegura que «nosotros no enviamos gente a la cárcel por venganza». Y les desea lo mejor en sus juicios.

En la película, el narrador anticipa que todos serán declarados culpables y que cinco de ellos serán sentenciados a cadena perpetua.

Aunque la nueva ola de emigración ilegal y otros delitos contra el estado deben ser cercenados de raíz, dice Castro, a la vez niega que el gobierno hostigue sistemáticamente a los opositores políticos.

Stone encuentra a muchos otros que no opinan lo mismo. Entrevista a activistas, esposas de periodistas presos, la madre de uno de los secuestradores ejecutados.

«Este país tiene una enorme capacidad de propaganda y puede presentar una fachada que no tienen nada que ver con la Cuba verdadera, la Cuba real», afirma Elizardo Sánchez, presidente de una comisión nacional por los derechos humanos.

Castro replica que los 75 «prisioneros de conciencia» deberían ser considerados como mercenarios a sueldo de Estados Unidos. Sostiene que él debe defenderse de Estados Unidos que, según dice, financia a los opositores y ansía orquestar su caída.

El presidente cubano afirma que ha sido el destino de su vida aunque no su preferencia estar en guerra con Estados Unidos. Y agrega que no se va a ir: «No estoy dispuesto a complacer al señor Bush».

Varias veces Stone le pregunta si ha considerado no renunciar sino dar un paso al costado. La respuesta más clara que da Castro a esa pregunta es que lo haría si pensara que fuera lo apropiado.

Cerca del final de la cinta de una hora, Castro lleva a Stone a las calles, donde pasan frente a un grupo de admiradores entusiastas.

Un hombre dice que participa en la lucha por derrotar «el imperialismo yanqui».

«Pero tienen muchos bombarderos y bombas», le advierte Castro. «Comandante», responde el individuo con gesto desafiante, «a la sombra de esos aviones somos capaces de luchar. Y de resistir. Y seremos capaces de vencer».

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