Jerusalén. EFE. El primer ministro israelí, Ehud Olmert, sufrió ayer su cuarto interrogatorio por el caso de corrupción que le obligó a anunciar su dimisión mientras la titular de Exteriores, Tzipi Livni, se afianzaba para relevarle al frente del Gobierno.
Poco antes de que la policía sometiera a Olmert a más preguntas -por tres horas y en su casa- sobre las sospechas de cohecho que le costarán el puesto, los sondeos situaban a Livni como la favorita para sustituirle, incluso si se adelantan las elecciones generales. Según la prensa local, que cita fuentes cercanas a la investigación de que es objeto el todavía primer ministro, Olmert podría volver ser interrogado en las próximas semanas antes de que presumiblemente se proceda a formalizar cargos en su contra. Se trataría del quinto interrogatorio en el particular calvario del aún jefe de Gobierno, acusado por testigos de duplicar facturas y recibir miles de dólares del empresario norteamericano Moris Talansky cuando era ministro y alcalde de Jerusalén, en los años noventa. Tras meses de negar su culpabilidad y resistirse a presiones de la oposición, las formaciones de la mayoría gubernamental y su propio partido, Olmert anunció su renuncia.