BIENVENIDO ALVAREZ-VEGA
Hago la aclaración de entrada, en aras de la claridad del mensaje: la palabra tontería la utilizo en su acepción de lo que no tiene sentido, de lo que carece de significado importante, una tontuna, de los actos o acciones que en ocasiones hacemos sin más propósito que hacer o decir algo. Pocas horas después de conocerse que los partidos Revolucionario Dominicano y Reformista Social Cristiano habían decidido participar aliados en los próximos comicios, los del 16 de mayo del 2006, la prensa nos informó de las exigencias adicionales que el gobierno hacía para concederle a los ayuntamientos o a la Liga Municipal Dominicano el tradicional préstamo para cubrir la regalía pascual de los empleados de los cabildos del país. Ayer domingo los diarios nos ofertaron otra información que asociamos a la primera: los partidos PRD y PRSC no aprobarán asignaciones presupuestarias destinadas a financiar la construcción del Metro.
Ambas noticias nos parecen dos verdaderas tonterías políticas en las que nuestros dirigentes políticos no debían incurrir, porque pareciera que estamos gobernados por niños que hacen rabietas cuando no consiguen los juguetes que desean para satisfacer sus particulares caprichos. Las alianzas eran negociadas por los tres partidos en un ejercicio libérrimo de competencia política. Sin considerar ahora la pertinencia o no de las mismas o si fueron histórica o ideológicamente correctas, se sabía que uno de los tres partidos quedaría fuera del pacto, y esta posición le tocó al Partido de la Liberación Dominicana.
Si ahora el gobierno adopta medidas nuevas que pueden ser interpretadas como un obstáculo a un préstamo que viene otorgándose para esta época y para los fines conocidos, es decir, para entregar el sueldo número trece a los empleados y ejecutivos de los cabildos, necesariamente hay que considerar que se trata de un obstáculo puesto allí por razones estrictamente políticas. El gobierno nunca lo admitirá, pero su admisión no es necesaria para que la opinión pública se forme un juicio en determinada dirección.
Nos parece que se trata de una tontería política que, como tal, no tiene razón de ser. El gobierno debe entenderse con los cabildos como lo ha venido haciendo. No hay razones políticamente válidas en estos momentos para entrar en contradicciones con los gobiernos municipales, para buscar ocasión para cuestionar las nóminas o para hacer escarceos que lo único que harán es añadir ruidos al panorama político. Se trata, por lo demás, de un negocio seguro para el banco comercial del Estado. Un crédito de 250 millones de pesos para ser pagado con deducciones de unos ingresos que mes tras mes entrega el gobierno en atención a la ley.
Tampoco es juicioso que los partidos Revolucionario Dominicano y Reformista Social Cristiano amenacen con impugnar las partidas presupuestarias dedicadas a financiar la construcción del Metro. Este es un juego político que no es válido ni es legítimo. El Metro es una obra polémica, una obra que como consignaron los resultados de la última encuesta Gallup-HOY ha dividido al país en dos partes iguales, los que están a favor y los que están en contra. Pero se trata de un proyecto que ya está en marcha, porque es una de las grandes prioridades del gobierno. Detenerlo ahora por falta de financiamiento, porque los legisladores rehúsan aprobarle partidas presupuestarias, sería la peor de las decisiones.
Desde esta columna hemos planteado que el Metro es una irracionalidad como prioridad. Como en sus días fueron irracionalidades el Faro a Colón, los Juegos Panamericanos y ahora los juegos nacionales de Monte Plata. Solo la búsqueda de grandiosidad de nuestros gobernantes explican que estas obras se hayan erigido por encima de otras más necesarias y útiles. Pero una vez los gobiernos las imponían y las emprendían no había otra salida que terminarlas.
Los ciudadanos y ciudadanas esperamos que los políticos que están en el Palacio Nacional y en el Congreso Nacional no jueguen a las tonterías con las instituciones y con las políticas públicas. La politización de las decisiones importantes han costado muy caro a esta nación. Es necesario saber diferenciar el grano de la paja.
Los cabildos deben recibir el préstamo que necesitan para otorgar la regalía pascual a sus empleados, tal y como ha venido haciéndose cada año. Meter ahora una baza política no es recomendable y nada aporta a las buenas relaciones tiene que haber y que es necesario entre los miembros del Poder Ejecutivo y los gobiernos municipales. Como tampoco aporta nada que los señores legisladores reformistas y perredeistas quieran hacer política, por órdenes de sus dirigentes mayores, con proyectos y obras públicas que están en marcha, sean estas polémicas o no.
Las tonterías no deben formar parte del toma y daca de los políticos. Uno esperaría un debate y una discusión en otras líneas y con mayor sentido.